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Escuchando miles de discursos, tomando notas de actitudes dementes y pedidos excéntricos, se hace imposible cerrar los ojos ante una verdad tantas veces demostrada: “El PODER enferma”

“Quién mucho abraca poco aprieta” dice el refrán. Pocos lo escuchan y le prestan atención. El mundo sufre mientras unos cuantos, corren contra reloj para acumular poder. Para intentar tapar ese vacío insaciable de sentirse más que otros, para mandar, para ser escuchados sin escuchar.

Aplastan virtudes, sentimientos, ideas, y hasta vidas por ser “grandes”. Están cegados en ese afán de lograr superioridad, una meta a veces poco clara para los demás que suele traducirse en el “¿Qué más quieren?”.

Mientras tanto crecen su soberbia, su egoísmo, y detrás de eso crece su miedo y su vulnerabilidad, dan manotazos de ahogado por seguir donde están. Se sienten amenazados todo el tiempo, pero no se dan cuenta de ellos mismo son sus perseguidores. Crece tanto su amor propio que al fin de cuentas los hunde y los aleja de la realidad.

Todos nosotros vemos como las personas sacan lo peor de sí en la búsqueda de dominar, cuántos países destruidos, cuántas vidas perdidas, cuántas ciudades arruinadas, cuántas sociedades en guerra, cuánta gente sin paz.

Que diferente sería si la enfermedad fuera el “Poder hacer” para lograr el bien común, en vez del “Poder tener más Poder”.

Agustina Sola

Agustinasola_opinion@hotmail.com