En agosto, plena campaña electoral, se inauguró el “Paseo Ribereño” que consiste en 1000 metros de extensión, entre calles San Luis y Bulevar Urquiza. Un paseo para actividades recreativas en un lugar contiguo al ya abandonado, bajo el Campo de la Gloria.
Hace menos de un mes el flamante paseo se volvió el centro de atención de toda la región, cuando un automóvil cayó al río, hecho en el que un hombre perdió la vida. Tras el trágico suceso el paseo fue
“clausurado”.
El pasado fin de semana, este nuevo espacio volvió a tener todas las miradas encima, luego de que un adolescente de 15 años perdiera la vida de manera trágica.
El joven que circulaba en bicicleta chocó contra un cable acerado de un malacate colocado para la bajada y subida de lanchas.
Un viejo video del Concejal Marcelo Remondino advertía que el lugar presentaba riesgos para la comunidad y que se disponía de un malacate mal ubicado convirtiendo al paseo en una
“bajada mortal”.
¿Cuáles son las medidas de seguridad que impiden el paso de la población a los paseos?
El paseo se encontraba clausurado desde mediados de octubre. Los concejales opositores expresaron sus dudas sobre la correcta habilitación del espacio y las medidas de seguridad que impiden el acceso al espacio.
Aún se puede divisar la presencia de pescadores en el lugar, que evaden fácilmente las vallas de señalización colocadas por el municipio ante la falta de personal de las áreas de control del Estado local que podrían prevenir el acceso de más vecinos, más allá de que los carteles correspondiente de
“prohibido pasar” debieran ser suficiente para impedir el paso.
Cabe recordar que a dos días de su habilitación, el 14 de agosto pasado, concejales habían presentado un pedido para conocer el informe técnico de la obra con una serie de requerimientos y especificaciones técnicas. Ante la falta de respuesta del Ejecutivo, los ediles reiteraron la solicitud en octubre, tras el accidente que sufrió el automóvil, pero el municipio tampoco respondió.
Dos muertes innecesarias para exponer que hubo
negligencia a la hora de construir, diseñar y habilitar dicho espacio “pensado” para disfrute de la ciudadanía.