Fue campeona mundial en varias categorías y un ícono del deporte femenino en Argentina. Tenía 46 años.
El último parte médico había indicado que continuaba estable, aunque en estado reservado. “Mantiene períodos de respuesta motora y apertura ocular, tanto espontánea como a la orden, como los días previos. Debido a esta estabilidad, se continúa con el proceso de desvinculación de la asistencia respiratoria mecánica, con períodos más prolongados de respiración espontánea”, habían informado desde el hospital. El viernes pasado se le había practicado una traqueotomía y se reportaron “algunos signos de respuesta motora”. Sin embargo, en las últimas horas su salud se agravó y no logró reponerse.
A lo largo de su carrera, la peleadora jujeña dejó una huella imborrable en el boxeo argentino. Disputó 38 combates, con un récord de 33 victorias (16 por nocaut), tres derrotas y dos empates, según el portal especializado BoxRec. Fue campeona mundial en seis ocasiones, en cinco categorías distintas, algo que la posicionó como una de las mejores boxeadoras de la historia argentina y le valió incluso un récord Guinness en 2015.
Su primera derrota llegó en un combate memorable y polémico frente a Marcela “La Tigresa” Acuña, en el Luna Park, en 2008. En esa pelea, Oliveras perdió el cinturón supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y denunció haber sido golpeada en la nuca con un golpe “antirreglamentario”. “Quiero recuperar lo mío frente a ella”, había dicho con firmeza. Sin embargo, esa revancha nunca llegó.
Oliveras se formó en el esfuerzo, con una historia personal de superación. “Me compré mis primeros guantes recién después de ser campeona mundial. Antes, peleaba con los guantes prestados de los sparrings”, había contado. Su estilo agresivo, carisma arriba y abajo del ring y su lucha por visibilizar el boxeo femenino la convirtieron en un ícono popular del deporte argentino.
ggg