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viernes, 02 septiembre 2022 | Política

Los distintos hechos de magnicidio contra las figuras políticas de nuestro país

El atentado contra Cristina Fernandez de Kirchner conmocionó a todo el mundo. Distintos países se manifestaron en contra de lo ocurrido, un hecho inusual en las últimas décadas. No obstante, a lo largo de la historia argentina podemos recordar varios intentos de asesinatos.
Los distintos hechos de magnicidio contra las figuras políticas de nuestro país
La Máquina Infernal

Uno de los primeros antecedentes de los que hay registros fue el que sufrió el general Juan Manuel de Rosas cuando éste era gobernador de Buenos Aires. El mismo ocurrió el 27 de marzo de 1841, cuando Rosas recibió en su casa de Palermo una caja y una carta con las instrucciones para abrirla, dentro había una colección de medallas que originalmente había enviado la Sociedad Real de Anticuarios del Norte, en Copenhague.

Sin embargo, un grupo de unitarios se apoderó de la misma y la transformaron en una "máquina infernal" para asesinar a Rosas: era un dispositivo que ejecutaba 16 pequeños cañones cargados con municiones que dispararían cuando se levante la tapa de la caja. Apuntaba en todas direcciones, para dañar a toda persona que estuviera alrededor de la caja.

Al llegar al hogar del gobernador, quien abrió la caja fue su hija llamada Manuelita Rosas. Ella escuchó un ruido metálico pero comprobó que no había ninguna colección de medallas. Milagrosamente, el dispositivo que debía disparar las balas no funcionó.



Aproximadamente 30 años después, específicamente el 23 de agosto de 1873, atentaron contra la vida del entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento. Esto ocurrió cuando se dirigía hacia la casa quinta de Dalmacio Vélez Sarsfield, su carruaje fue abordado por tres sujetos en la zona ubicada en Maipú y Corrientes. Uno de ellos gatilló un trabuco cargado con balas envenenadas con bi­clo­ru­ro de mer­cu­rio, pero el arma falló y terminó explotando y destrozando la mano izquierda del agresor.

Dos intentos contra Roca

El 10 de mayo de 1886, el general Julio Argentino Roca sufrió un hecho similar. Eran tiempos en que los presidentes caminaban tranquilos por las calles, o se trasladaban en sus carruajes generalmente sin custodia. En la fecha mencionada, el gobernador debió dar su discurso de apertura de sesiones del Congreso con la frente vendada y manchas de sangre tanto en su uniforme como en la banda presidencial.

"Un in­ci­den­te im­pre­vis­to me pri­va de la sa­tis­fac­ción de leer mi úl­ti­mo men­sa­je que co­mo pre­si­den­te di­ri­jo al Con­gre­so de mi país. Ha­ce un mo­men­to, sin du­da un lo­co, al en­trar yo al Con­gre­so, me ha he­ri­do en la fren­te no sé con qué ar­ma", dijo tras ser atacado en Plaza de Mayo con una piedra. Luego se confirmó que el atacante era un ex militar correntino llamado Ig­na­cio Mon­ges. Tras ser detenido, el atacante reconoció que su intención había sido asesinar al Presidente.

Cinco años después, Roca volvió a sufrir un hecho similar. En 19 de fe­bre­ro de 1891, se de­sem­pe­ña­ba como ministro del Interior del presidente Car­los Pe­lle­gri­ni cuando un menor de edad disparó contra su coche, pero el pro­yectil no dio en el blanco y el general volvió a salvar su vida.

El siglo XX

El comienzo del siglo XX no fue la excepción y el 12 de agosto de 1905 Manuel Quintana, que en ese entonces era el entonces jefe de Estado, se dirigía hacia la Casa Rosada a bordo del cupé presidencial cuando en Santa Fe y Maipú un hombre con sobretodo se acercó hasta el vehículo y gatilló dos veces, pero los disparos no salieron. El arma era un Smith & Wes­son ca­li­bre 38, el agresor arrojó el arma e intentó darse a la fuga hacia la actual Plaza San Martín, pero finalmente fue detenido.

Apenas tres años después, en febrero de 1908 José Figueroa Alcorta y su familia, quien fue su sucesor, sufrieron la misma suerte.
Primero, fue la primera dama, Josefa Julia Bouquet Roldán, quien recibió una canasta de frutas que contenía una bomba que se iba a activar mediante un reloj despertador, mecanismo que no funcionó. Ese mismo mes, Francisco Solano Rejis, un anarquista salteño de 21 años, se acercó hasta el domicilio del mandatario, ubicado en Tucumán 848, y cuando vio que llegaba Figueroa Alcorta, arrojó un paquete envuelto en papel madera y atado con hilo y alambre: el objeto empezó a desprender humo y el presidente atinó a alejarlo con el pie, tras lo cual fue protegido por efectivos de la policía.



Era una bomba, de la­tón, de 18 cen­tí­me­tros de lar­go, por 16 de diá­me­tro, de ca­si seis ki­los de pe­so: en su interior con­te­nía 362 cla­vos y 149 re­ma­ches, dos ba­las de re­vól­ver, un tro­zo de alam­bre de hie­rro, frag­men­tos de vi­drios y de­ter­mi­na­dos áci­dos. El artefacto no funcionó por un error en las proporciones de los químicos utilizados.

Los ataques de bala

El 9 de ju­lio de 1916, mientras se realizaba un desfile militar en la Plaza de Mayo con motivo del centenario de la declaración de Independencia, Juan Man­dri­ni disparó contra el balcón de la Casa Rosada donde se encontraba Victorino de la Plaza, junto a los embajadores de Bolivia, Eliodoro Villazón, y de Brasil, Ruy Barbosa de Oliveira. No obstante, el proyectil impactó con­tra una mol­du­ra ubicada a pocos centímetros del jefe de Estado.

El detenido expresó que su intención era protestar contra la pena de muerte que se dictó contra dos pescadores acusados del asesinato del contador y socio del Jockey Club Frank Carlos Livingston, y que su intención no era asesinar al mandatario.

Una mañana del 24 de di­ciem­bre de 1919, cuando el radical Hipólito Yrigoyen se dirigia hacia la Casa Rosada, un anarquista italiano llamado Gual­te­rio Ma­ri­ne­lli de 44 años disparó cinco veces contra el automóvil presidencial, hirió a dos custodios y terminó abatido, con varios disparos en el rostro y el resto del cuerpo.

Otro intento de magnicidio ocurrió muchos años después, esta vez en contra de Raúl Alfonsin el 19 de mayo de 1986. Cuando se dirigía hacia el Cuerpo del Ejército III de Córdoba, el vehículo que lo trasladaba estuvo a punto de pisar un artefacto explosivo que se había instalado bajo una alcantarilla: se trataba de una bala de mortero de 120 milímetros, con 2,5 kilos de TNT en su interior y casi un kilo de trotyl.



Nuevamente, el 23 de febrero de 1991 un ex miembro de la Gendarmería Nacional quiso asesinarlo con un revólver calibre 32. Cuando Alfonsin daba un discurso delante de 5000 personas, en un acto político organizado por la Unión Cívica Radical de San Nicolás, Ismael Abdala se acercó a él y disparó el gatillo varias veces, pero la bala no salió.

Actualmente, 31 años después del último hecho de magnicidio contra un político argentino, volvió a ocurrir un hecho similar cuando un hombre sacó un arma y gatillo a centímetros del rostro de Cristina Fernandez de Kichner pero el disparo no salió. El atacante fue identificado como Fernando Andrés Sabag Montiel, de 35 años y nacionalidad brasileña.



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