El tiempo se detuvo para la familia de Paula Perassi. Doce años pasaron desde que la joven desapareció sin dejar rastro. Fue una noche del 18 de septiembre de 2011, Paula salió de su casa y nunca regresó. Tenia 36 años y mantenia una relación extramatrimonial con Strumia.

Paula dejó a sus dos hijos, Lucas y Agustín, quienes en ese momento tenían solo 6 y 2 años, respectivamente. Para ellos, los recuerdos de su madre son escasos, y su ausencia dejó un vacío imposible de llenar. Cada día, junto a sus abuelos Alicia y Alberto, se preguntan: "¿Dónde está Paula?".

Los padres de Paula, lucharon incansablemente por encontrar respuestas, enfrentando obstáculos y desafíos en su búsqueda de justicia. Debieron presenciar excavaciones en busca de pistas y se encadenaron en un esfuerzo desesperado por obtener respuestas. Esto demuestra, en gran medida, las fallas alarmantes en el sistema judicial. A pesar de algunas detenciones, la investigación estuvo marcada por inconsistencias y absoluciones. Gabriel Strumia fue detenido y condenado a 17 años de prisión como autor del delito de privación ilegítima de la libertad coactiva agravada por tratarse la víctima de una mujer embarazada.

Su esposa, en principio, había sido condenada a 6 años por partícipe secundario del mismo delito, pero actualmente se encuentra en libertad. El chofer de Strumia, Antonio Díaz, Mirtha Rusñisky (encargada de practicar el aborto clandestino) y los policías Jorge Krenz, Adolfo Puyol, Gabriel Godoy, María José Galtelli y Adolfo Gómez (involucrados por supuesto encubrimiento) fueron absueltos por la Justicia.



El dolor se profundiza cuando el silencio perdura en el tiempo. Doce años pasaron de aquella desaparición, cuando Paula atendió una llamada telefónica y al cortar le dijo a Rodolfo Daniel Ortiz de Elguea, el padre de sus dos hijos, que se iba a buscar la tarea del más grande a la casa de una vecina.

La teoría del caso de la Fiscalía es que la mujer quedó embarazada y fue obligada por su amante y la esposa de éste, Michl, a realizarse un aborto, práctica en la que habría muerto.

"Si no me ven es porque pasó lo peor" le escribió Paula a un amigo a través de Facebook, un día antes de su desaparición. Hoy, doce años más tarde, seguimos exigiendo justicia por ella, acompañando a su familia. Doce años de angustia y sufrimiento dejan una marca imborrable. “Es un dolor que no podemos sellar, pero mientras tenga sangre voy a buscar la verdad”, dijo Alberto Perassi.

Paula se convirtió en el grito de todas, en una bandera de lucha por la que seguiremos peleando para conocer la verdad, acompañando a sus padres que, como todos, esperan que los culpables rompan con esa complicidad y revelen la ubicación de los restos de la joven.