Luego de semanas de carteles, posteos virales y especulaciones, la Municipalidad de Granadero Baigorria reveló quién es “Leticia”, el personaje que generó expectativa e intriga en buena parte de la ciudad. La respuesta fue inesperada y, para muchos, decepcionante: Leticia es un chatbot municipal, incorporado en la web oficial, que ofrece respuestas preestablecidas sobre trámites simples como licencias de conducir, habilitaciones o pagos de tasas.
Una campaña con carteles, pintadas y publicaciones en redes. Finalmente, “Leticia” resultó ser un chatbot que ofrece respuestas básicas y direcciona a canales tradicionales.
La campaña de intriga, que despertó todo tipo de conjeturas en redes sociales, desde la apertura de un local hasta el lanzamiento de un nuevo candidato político, formaba parte de una estrategia de comunicación que apuntaba a mostrar una gestión innovadora. Sin embargo, el producto final está lejos de lo que prometía.
Lejos de ser una herramienta de inteligencia artificial, el asistente virtual apenas puede brindar información limitada sobre trámites, sin posibilidad de autogestión o resolución online. La mayoría de las respuestas finaliza derivando al teléfono o correo electrónico del área correspondiente, y ningún trámite puede completarse de manera digital.
“Leticia” está representada por una figura de una soldado granadero futurista, pero ni su estética ni su funcionalidad convencieron a los usuarios. Lo que comenzó como una buena idea de marketing quedó a mitad de camino, evidenciando las limitaciones tecnológicas del municipio y dejando una sensación de muy poco entre los vecinos.
La revelación no solo generó sorpresa, sino también interrogantes sobre los recursos públicos invertidos. Muchos vecinos comenzaron a preguntarse cuánto le costó al municipio desarrollar un asistente virtual que, en la práctica, no resuelve trámites ni automatiza gestiones, sino que simplemente deriva al número de teléfono o al correo electrónico de las dependencias municipales. En tiempos donde la eficiencia digital debería ser una prioridad, la iniciativa terminó mostrando más de forma que de fondo.
A esta crítica se suma otra preocupación: la privacidad y el resguardo de los datos personales. Para utilizar el chatbot “Leticia”, el sistema solicita de forma obligatoria la dirección de correo electrónico del usuario, incluso cuando se trata de una simple consulta. Esto abre un interrogante sobre qué tratamiento le da el municipio a esos datos, si existe una política clara de protección de la información personal y si se cumplen las normativas vigentes en materia de protección de datos. En una era donde la seguridad digital es clave, la opacidad en este punto genera desconfianza entre los vecinos.
Lo que inició con una apuesta de marketing muy bien enfocada, que logró despertar gran interés en parte de la comunidad, o al menos, generó una incipiente atención en los usuarios de las redes sociales, finalmente terminó en una nueva desilusión del municipio.