Con actitud, orden y entrega, Central Córdoba le jugó de igual a igual a Independiente Rivadavia de Mendoza, un rival de la Primera División, y durante largos minutos se ilusionó con meterse entre los ocho mejores del torneo. Pero el final fue duro: cayó 2 - 1 con un gol agónico.
El partido, jugado en el estadio Juan Gilberto Funes de San Luis, arrancó ideal para el Charrúa. A los 30 minutos, Facundo Marín sacó un tiro libre perfecto que se coló junto al palo para el 1 - 0. A partir de ahí, Central Córdoba se refugió, achicó espacios y apostó a la contra. Pero la Lepra mendocina respondió: Villalba marcó el empate de cabeza a los 45', tras una pelota parada bien ejecutada.
En el segundo tiempo, los rosarinos sufrieron, pero no se quebraron. El arquero Colombo fue figura con varias intervenciones, y el equipo aguantó el empate con uñas y dientes. Los cambios oxigenaron el mediocampo y los defensores no regalaron nada. Mientras tanto, la hinchada del Charrúa se ilusionaba con los penales.
Sin embargo, en el minuto 99, ya cuando el empate parecía sellado, llegó el baldazo de agua fría. Un centro cruzado desde la derecha encontró mal parada a la defensa, y Mauricio Cardillo aprovechó para empujarla y decretar el 2 - 1 definitivo. Un final injusto para un Central Córdoba que dejó todo y mereció, al menos, llegar a los penales.
El equipo de Daniel Teglia se despidió de la Copa, pero con la frente en alto. Eliminó a dos equipos de Primera, jugó sin complejos y demostró estar a la altura. La derrota duele, claro, pero también marca el crecimiento de un club que, desde el ascenso, sueña en grande.