11Noticias Lo Último PolicialesRosarioNacionalesDeportesCulturaGremial
lunes, 29 diciembre 2015 | Regionales

La difícil tarea de las mujeres de la región para conseguir un empleo

El desempleo y la precarización laboral afectan en mayor medida a las mujeres en el Cordón Industrial. Las empresas del Complejo Oleaginoso Agroexportador tienen como preferencia la mano de obra masculina. La estigmatización juega un rol fundamental y no permite el acceso de la mujer a nuevas fuentes laborales.
La difícil tarea de las mujeres de la región para conseguir un empleo El reloj marca las 13 y la atención al público en la delegación sanlorencina del Ministerio de Trabajo provincial (Av. San Martín 2993) llega a su fin. Pero esta vez, como tantas otras, el trabajo de los empleados se extenderá algunos minutos más. Lamentablemente la urgencia del caso lo amerita. Una joven, que aun no llegó a sus tres décadas de vida, se acerca hasta el lugar para denunciar a su empleador por el continúo acoso que sufre en sus horas de trabajo.

La muchacha arriba con su pequeño hijo en brazos y al borde del llanto. La humillación y el maltrato permanente que recibe a diario en un bar de la localidad de Puerto General San Martín, donde trabaja como moza, hicieron que la joven tome cartas en el asunto, aunque predomina sobre ella el miedo a perder su fuente laboral, la que le permite ser el único sostén de su familia.

La problemática laboral de las mujeres en el Cordón Industrial norte del Gran Rosario no se diferencia en gran medida de lo que ocurre en las grandes urbes, aunque presenta sus particularidades por las condiciones propias de la zona. Las empresas del Complejo Oleaginoso Agroexportador, compuesto por las principales multinacionales cerealeras radicadas en el país, continúan apostando por la mano de obra masculina. De hecho, el 96% de los exámenes preocupacionales que llegan a la delegación local del Ministerio de Trabajo provincial pertenecen a hombres.

La falta de demanda de mano de obra femenina por parte de las principales firmas generadoras de puestos de trabajo en la zona no sólo marcan una tendencia ascendente en la desocupación de la mujer, sino que contribuye a la precarización laboral de ellas.

El departamento San Lorenzo fue el que más creció de los 19 que componen la provincia de Santa Fe desde 1960 hasta el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) en el año 2010. En ese período de 50 años la provincia experimentó un crecimiento poblacional del 69,8%, mientras que el departamento en cuestión creció casi el doble: 118%. Ya para el censo de 1991, había crecido un 77,83 %.

Así como la región que comprende uno de los cordones industriales más importantes del país y de Latinoamérica crecía considerablemente, otros sectores de la provincia apenas sufrían una modificación ascendente en su población, como por ejemplo los departamentos San Justo, San Javier, San Cristóbal e Iriondo, todos lugares donde reina la producción primaria, ganadería y/o agricultura.

El aumento demográfico de la zona estudiada tuvo su inicio con la radicación de grandes empresas de capitales multinacionales en la zona del Cordón Industrial, desde Capitán Bermúdez hasta la localidad de Timbúes. Primero, en la década del 60, con la llegada de las industrias Químicas y petroquímicas y, en los 70 y 80, la instalación de las empresas cerealeras y fábricas de la rama de la agroexportación.

Para comprender la realidad y la dificultad por la que atraviesan las mujeres en el Cordón Industrial, resulta necesario poder relacionar estos valores de crecimiento poblacional, índice de masculinidad y estructuras de producción.

En el Cordón Industrial existe desde los 60 hasta ahora una estructura de producción que demanda mano de obra preferentemente de hombres, algo que se acentuó notablemente con el cierre de las grandes cerámicas donde hombres y mujeres participaban en proporciones similares en los puestos de trabajo o, incluso, predominaba la mano de obra femenina. También la pérdida de algunas fábricas textiles o alimenticias acentúa la problemática.

Según datos de la delegación local del Ministerio de Trabajo de Trabajo provincial, más del 96% de los exámenes preocupacionales que se registran en lugar corresponden a hombres. A partir de ello se puede inferir que los índices totales de desocupación tienen un impacto ponderativo más gravoso sobre las mujeres.

Si los puestos de trabajo que se declaran, mediante la presentación de los preocupacionales tienen una disparidad tan grande, podemos abordar al menos dos posibilidades: Que puestos de trabajos de mujeres no se declaran o no se registran y/o que no se generan nuevos puestos de trabajo.

Por lo tanto, si el informe del INDEC indica que la desocupación en la región alcanza el 7,5%, un gran porcentaje alcanza a la rama femenina. Esta problemática no hace más que acentuar la exposición de las mujeres a puestos laborales sin registrar, precarizados y a cuadros de violencia de género los que, si bien no existen estadísticas oficiales sobre tal cosa, el Dr. Antonio Cerdera, empleado de la delegación local del Ministerio de Trabajo y especialista en derecho laboral, asegura que son “muchísimos”. Ejemplo de ello es aquella joven que se atrevió a denunciar el acoso sufrido en el local gastronómico, cansada de tener que cumplir tareas fuera del horario de atención al público por pedido expreso del propietario del bar, quien no desaprovechaba cada oportunidad en que quedaban solos para intentar avanzar sobre ella.

“La dificultad por parte de la mujer de encontrar un trabajo decente, de no sentirse realizada y la pérdida de la autoestima, la absoluta dependencia de sustento económico, y el drama de tolerar situaciones que vulneran su dignidad y terminan las consecuencias impactando sobre su cuerpo”, expresó Cerdera.

La ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales Nº 26485, sancionada en el año 2009, contempla la violencia laboral como un claro hecho que perjudica a las mujeres y que debe ser penado.

“Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral”, destaca el inciso C del artículo 9 de la mencionada norma.

Por su parte, el secretario General de la delegación San Lorenzo de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), Edgardo Quiroga, señaló que “la mujer sigue estando postergada, principalmente en la ocupación de nuevos puestos de trabajo, pese a que hay demostraciones cabales en varias empresas, que han optados desde hace varios años por contratar mayoritariamente a personal femenino, que la mujer cumple más, falta mucho menos que el hombre y rinde mucho más en el trabajo”.

Es decir, casi en contra de sus propios intereses las grandes firmas radicadas en el Cordón Industrial continúan apostando por la mano de obra masculina. Según Quiroga, esto tiene que ver con una “cuestión cultural”. Para el dirigente sindical, la desocupación femenina en la región supera el 50% de las mujeres en condiciones de trabajar.

Muchas de ellas optan por formar parte del mercado laboral informal, que tiene como uno de sus principales exponente al rubro gastronomía. Las mujeres, al no tener otra alternativa, poseen empleos que sufren la precarización impuesta por los empleadores y, a la par, en ocasiones deben soportar el “acoso” de los hombres que las contratan.

Contrariamente a lo planteado por Cerdera y por Quiroga, el subsecretario de Trabajo de la provincia, Gerardo Canseco, minimizó la gravedad de la problemática: “No tenemos indicios vinculados con que haya alguna relación directa entre el sexo, o una discriminación de índole de género, con los niveles de empleo. Hay áreas y determinadas actividades donde es mayor la cantidad de mano de obra femenina, que también es producto propio de la actividad”.

Para Canseco se trata simplemente de la existencia histórica de trabajos creados para los hombres y otros para las mujeres. Una mirada que se puede considerar estigmatizante y hasta anacrónica. “La mayor cantidad de actividades (del Cordón Industrial) se vinculan a empresas cerealeras o portuarias. Centralmente nuestra región atiende esas actividades. También hay una gran cantidad de actividad vinculada con la construcción, todas demandan esencialmente mano de obra masculina. Centralmente la cantidad de mano de obra masculina que se demanda se vincula con el tipo de actividad que tiene nuestra región”.

El funcionario provincial justifica esta situación con el argumento de que las mujeres se dedican a trabajar en la docencia, la salud, el Comercio y tareas administrativas. Si bien reconoce que, aunque mínimamente, la rama femenina puede sufrir el desempleo producto de alguna discriminación laboral, entiende que es la mujer quien debe asumir la lucha. “Creemos que todas las posibilidades de transformación necesitan de un compromiso de quienes están directamente afectados por esa realidad y, en materia de cuestiones laborales, discriminación en razón de sexo, nosotros creemos y pregonamos que la mujer se comprometa”, expresó.

Pero más allá de la mirada positiva de Canseco, es moneada corriente que hasta la oficina de Av. San Martín se acerquen mujeres en situaciones similares a la joven que denunció el abuso por parte de su patrón en aquel bar. También es cierto que muchas veces no realizan la denuncia por miedo a perder el empleo, a sufrir algún tipo de represalia. Uno de los casos más emblemáticos de la región fue el de la Empresa de Limpieza El Paraíso, donde se comprobó el abuso sexual a algunas de las trabajadoras de la firma. Por atreverse a denunciar la situación, tres empleadas fueron despedidas de su trabajo, pero más tarde la Justicia ordenó su reincorporación y obligó a la empresa a apartar de su puesto laboral al capataz que ejercía el abuso.

La precarización también implica ganar menos de lo que corresponde, no poseer los aportes que impone la ley y no poder gozar de ciertos beneficios, como la licencia por maternidad. Si bien es cierto que recientemente la Legislatura de Santa Fe sancionó una norma para extender de tres a seis meses en el ámbito público el plazo de licencia a las madres trabajadoras, en el sector privado se está a años luz de una situación de esas características.

“Es una problemática que hay que abordarla globalmente. No es una causa, sino que son varias que terminan generando que las compañeras sufran la desocupación más contundente que el trabajador. Hay que debatirlo públicamente, formar a nuestras compañeras sindicalmente y meter en el debate Sindicato-Empresa la necesidad de la ocupación de la mano obra femenina, porque forma parte de nuestra clase obrera”, reflexionó Quiroga.

Más allá de los distintos análisis que se pueden realizar al respecto, es evidente que, a pesar de las conquistas logradas en las últimas décadas, en materia laboral, al menos en el Cordón Industrial, las mujeres deben seguir peleando en busca de una mayor equidad. Al igual que hace 40 años atrás, las empresas radicadas a la vera del Río Paraná en ese gran polo exportador de cereales continúan negando el ingreso de la mano de obra femenina a sus plantas.

Podrá ser por una cuestión cultural o por lo que algunos denominan “machismo”, pero no se puede atribuir a la incapacidad de las mujeres de realizar cierto tipo de tareas. El avance de la tecnología y el terreno ganado por la rama femenina en la capacitación laboral equipararon lo que antes podía ser tomado como una excusa para evitar el ingreso del sector a la rama laboral.

En definitiva, la discriminación laboral impuesta por las grandes corporaciones multinacionales, que son quienes realizan los pedidos laborales poniendo como condición excluyente, entre otras cosas, la necesidad de que la persona sea de sexo masculino, dejan en una posición de vulnerabilidad a la mujer y la empujan a la precarización laboral o el desempleo.

Nicolás Buscemi

Publicidad Publicidad Publicidad Publicidad Publicidad
San Lorenzo, Santa Fe, Argentina | C.P.: 2200 | +54 341 691 2807
© Copyright 2010, Todos los derechos reservados.
Registro ISSN - Propiedad Intelectual: Nº: RL-2023-30307622-APN-DNDA#MJ

ggg