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Todos sabemos que a fines de marzo o principios de abril llega Semana Santa. Para algunos es un tiempo para tomarse días libres, pero para muchos otros es una época en la cual afianzar la Fe y conmemorar hechos que sentaron las bases de la Religión.

La Pascua marca, para los creyentes, el final de la Cuaresma, cuarenta días de ayuno, penitencia y oración. La última semana, es la Semana Santa, en la que se rememora la institución de la eucaristía, la crucifixión y resurrección de Jesús de Nazaret. Y luego comienza otro período de cincuenta días llamado Tiempo Pascual, que finaliza en Pentecostés.

El tiempo pascual nos invita a reflexionar, sea cual sea la religión que profesemos. Es una tradición milenaria que anuncia el comienzo de un período destinado a que pensemos en muchas cosas; sobre todo en grandes opuestos que invaden a cada ser humano al menos una vez en su vida como el bien y el mal, la vida y la muerte.

Es un momento para replantearnos si vivimos conforme a la ética y moral universal, siguiendo preceptos globales como el respeto por el prójimo, la paz, la armonía con los demás, para apretar el freno, hacer silencio y pensar cómo estamos viviendo.


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