Sergio Massa invita a todos y todas a conformar un eventual gabinete en caso de resultar ganador de las Elecciones de este año y asumir un mandato presidencial por los próximos años. Eso sí, los albertistas, o gran parte de ellos, quedarán afuera.
En el estudio de Luis Novaresio en La Nación + el actual ministro de Economía de la Nación evaluó junto al rosarino la posible conformación de su gabinete, en caso de necesitarlo para afrontar el mandato presidencial a partir del año próximo. Textual del tigrense: “Me imagino con ministros radicales en un gobierno mío y no hay que sorprenderse. Va a haber peronistas del PRO en mi gobierno”.
Ya conocida es la polifuncionalidad del actual ministro, quien se paseó por todos los espacios políticos posibles para construirse y erigirse hoy como una de las tres alternativas a la futura e incierta presidencia de la Nación. Ahora bien, de esa posible conformación del gabinete excluyó, en la misma entrevista, a “más de la mitad” de los miembros del actual gabinete de Alberto Fernández.
En sí, estrategia electoral ya conocida es despegarse de lo malo, pero cabe destacar el momento del gobierno de Fernández del cual Massa marca sus distancias: la foto del cumpleaños en la pandemia, el cual señala que fue el punto de “inflexión de credibilidad”.
Y cuánta razón tiene. El capital político del actual presidente Alberto Fernández se fue por la borda cuando se difundió esa imágen del festejo privado en la residencia de Olivos, aún con la pandemia de coronavirus vigente y con muertes contándose de a cientas y cientas.
Una pandemia de la que nadie tenía respuestas, muchos menos planes de acciones, y en la cual el mandatario se había movido con cierta solvencia, pese al paternalismo exagerado, que lo había capitalizado como un líder en ese entonces necesario para, de algún modo, intentar romper con la grieta.
Todo eso pasó, con devaluaciones, negociaciones y caprichos políticos de su gabinete, y hoy es historia la posibilidad de que Alberto Fernández vuelva a ser el dirigente que nunca fue y probablemente nunca haya querido ser.
Y he allí su gabinete de genuflexos en el medio, que muchos de ellos ya se olvidarán de Cristina y Néstor para alistarse, los que puedan (muchos quieren) en el nuevo equipo de Massa en un posible gobierno del actual ministro de Economía y única persona presente en este Ejecutivo saliente.
Tanto Massa como Milei o Bullrich marcan una nueva reestructuración de la política bajo distintos colores y espacios diagramados por jefes de campaña y de la política marcada por los algoritmos y tendencias de las redes sociales, en donde los espacios tradicionales quedarán en un cuarto y quinto plano.
Hablar de kirchnerismo es una estrategia política para denostar los errores de Fernández y el oficialismo nacional actual (que ya lo vimos utilizado en distintas campañas electorales regionales, en el cordón industrial mismo) y ya poco tiene que ver con un espacio de construcción de algo, mucho menos para un “aguantadero político donde refugiarse” como otros quieren hacerlo creer.
Milei con el sindicalismo “casta”, aunque él no lo vea de ese modo, Bullrich con los responsables de muchos de las grandes tragedias políticas de los únicos años, no se distancian para nada del actual ministro Massa que invita a cualquiera a conformar un gabinete de un espacio que vaya uno a saber con qué signo político se erigirá, pero que poco y nada importa a esta altura.