La plataforma electoral de La Libertad Avanza, firmada por sus responsables y apoderados en la Cámara Nacional Electoral, sostiene a la “libre competencia de divisas” como una de sus primeras reformas en el sistema político y económico de la Argentina.
El cambio que propone el candidato Javier Milei con respecto a la situación actual del país es la de que tanto el dólar como el peso argentino convivan en una primera etapa de su hipotético gobierno.
De ese modo, y siguiendo los preconceptos que el libertario pregona, “sobrevivirá la más fuerte”.
El comerciante podrá elegir en qué tipo de moneda podrá cobrar su producto, y como consumidor uno tendrá libertad de decidir si pagar con pesos o con dólares, en caso de tenerlos de forma física o virtual.
Claro que esto no se dará en valores como los que están al día de hoy en el mercado. Al no haber restricciones para el acceso a la moneda extranjera, ya que la liberación de la banca figura como propuesta de La Libertad Avanza,
la cotización será impuesta por el mercado en relación al principio de oferta y demanda, por lo que sin intervención del Banco Central (eliminado en ese hipotético gobierno de Milei) la relación peso - dólar va a variar. Y si, el peso va a valer muchísimo menos con respecto al dolar.
Victoria Villarruel, en el último debate para vicepresidentes de la cadena televisiva TN sostuvo que la dolarización se hará con los dólares que los argentinos ahorran. Para ella, la gran cantidad de dólares físicos “acovachados” por los argentinos bastaría para que el mercado los absorba y así fortalecer las relaciones comerciales. Es de ese modo que el dólar no perdería un hipotético valor de cambio.
El dólar físico o virtual, adquirido hoy al precio de dólar blue o ilegal el primero o MEP en el segundo, constituyen una fuente de ahorro para los argentinos. Se adquieren dólares para resguardarse de la inflación y el aumento de los precios que en los últimos meses rondó el 10% cada 30 días. De ese modo, esos pesos que fueron transformados a dólares tienen un valor real, un valor de cambio específico que es el fin con el que se constituye el método preventivo y de resguardo del dinero.
Si la economía se dolariza, o se permite la libre competencia del dinero, así sin más como ha señalado el candidato a presidente, cualquier flujo de dinero en moneda estadounidense sería validado en el país. Es decir, no hay trámites de blanqueo, no hay restricciones en los bancos, nada. Los dólares entran al país aunque provengan de actividades ilícitas, narcotráfico o ahorro “abajo del colchón”.
¿Cómo podría regularse, sin intervención del mercado, el precio de cualquier bien o servicio que se adquiera?
Es que este esquema sería completamente novedoso para la historia del país, porque
lejos está de la convertibilidad del 91, donde allí, por ley, había paridad cambiaria entre el peso y el dólar porque por cada moneda nacional circulaba otra estadounidense.
Si el Estado no regula esa paridad (ficticia en el menemismo) no habría forma, al menos conocida, de que una dolarización “de facto” no derive en una escalada de los precios de los bienes y servicios.
Y si el país generase las condiciones para que el dólar sea una moneda fuerte y que no termine en un espiral inflacionario, es decir, que haya superávit fiscal constante y un alto ingreso de divisas proveniente de actividades productivas,
¿qué sentido tendría quitar al peso como moneda de curso legal si su valor en dólares sería cada vez más equitativo producto de la alta capacidad del país en “producir” esas divisas?
Si la solución para los problemas inflacionarios del país residen en los ahorros de la población, los que permitirían crear esas presuntas condiciones que derivarían en una economía estable, y sin alguna forma de que ese dinero sea resguardado en ese hipotético “salto al vacío”, donde existe una alta posibilidad de que esos ahorros pierdan su valor, más que de un proyecto tiene más olor a una estafa.