Este viernes 16 de agosto, la ciudad de Capitán Bermúdez y la iglesia católica en general recuerdan a
San Roque, santo patrono de esta ciudad.
Su figura es venerada en varias partes del mundo por haber curado a enfermos durante la peste bubónica en Europa y también se lo recuerda por el
perro que estuvo a su lado cuando él se enfermó, proporcionandole comida y lamiendo sus heridas hasta curarlas.
Hoy
en Capitán Bermúdez no hay clases ni tampoco actividad de la administración pública, ya que es un día de asueto en la localidad, ante esta importante conmemoración. A su vez,
el domingo 18 a las 10 de la mañana se realizará la tradicional procesión del santo por las calles de la ciudad junto a sus fieles y luego la clásica kermés en la plaza Sarmiento (la rotonda).
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el siglo XIV y era hijo del gobernador de esa región. Quedó huérfano a los veinte años y, en un acto de profunda devoción, pese a ser parte de la nobleza,
decidió vender todas sus posesiones, repartir el dinero entre los pobres y emprender una peregrinación a Roma con el objetivo de visitar los santuarios. Durante ese tiempo, se desató la epidemia de
peste bubónica azotó Europa, causando innumerables muertes.
Fuente de la Plaza Sarmiento y de fondo la Parroquia San Roque de Capitán Bermúdez
Así, Roque recorrió Italia dedicándose a
cuidar y sanar a los enfermos de la peste. La tradición popular relata que
podía curar a muchos enfermos con solo hacer la señal de la cruz sobre ellos. A quienes no sobrevivían, les daba sepultura él mismo, ya que el temor al contagio impedía que otros se acercaran a los cadáveres.
En Piacenza,
Roque contrajo la enfermedad, quedando su cuerpo cubierto de manchas negras y úlceras. Para no ser una carga para nadie,
se retiró a un bosque en las afueras de la ciudad, donde se refugió esperando la muerte en soledad. Poco después,
un perro comenzó a llevarle pan diariamente, sacándolo de la cocina de su amo.
Intrigado,
el dueño del perro decidió seguirlo y descubrió a Roque en su refugio. Conmovido, decidió cuidar de él, curando sus llagas hasta que este se recuperó. Una vez restablecido, Roque regresó a la ciudad, donde continuó curando tanto a personas como a animales.
Al final de su vida,
Roque fue encarcelado durante una guerra en Montpellier, al ser confundido con un espía. No quiso revelar su identidad y, según la tradición, falleció tras un largo periodo en prisión. Aunque se creía que murió en Italia, estudios recientes sugieren que su muerte pudo haber ocurrido en Montpellier, donde habría estado encerrado por orden de su propio tío.
Origen del refrán
"San Roque, San Roque, que este perro no me mire ni me toque". Este popular refrán, conocido en toda Hispanoamérica, tiene su origen en la historia de San Roque y su fiel perro. La expresión surge de la creencia en la
capacidad milagrosa del santo para proteger a las personas de enfermedades, especialmente de aquellas transmitidas por animales, como la peste.
En el contexto del refrán,
el perro simboliza el peligro o la amenaza de enfermedad, y la invocación a San Roque es un pedido de protección para que el "perro" no cause daño. Aunque el perro de San Roque era en realidad su salvador, en la cultura popular se ha transformado en un símbolo de aquello de lo que se busca protección, reforzando la imagen de San Roque como intercesor contra el mal.