El cuerpo de Andrés Pillín Bracamonte aún se niega a dejar este mundo. O al menos, eso es lo que las autoridades no consiguen debido al temor por una represalia, un ataque o cualquier tipo de emboscada hacia la caravana que traslade los restos del barrabrava de Rosario
Central hacia el descanso eterno en el cementerio.
Luego de la autopsia realizada en el Instituto Médico Legal, bajo un estricto operativo policial y la que determinó que fueron cinco los disparos que le causaron la muerte el sábado por la noche a metros del Gigante de Arroyito, el traslado hacia el cementerio El Salvador fue demorado porque no se conseguían cocheras para el traslado.
Es que Tropas de Operaciones Especiales, Gendarmería Nacional Argentina y hasta un dron policial esperaban y custodiaban que este proceso se de con la mayor seguridad posible, ya que existían amenazas de que algo ocurriese, y que la escalada de violencia que un crimen de este tipo vaticina comience en ese momento.
Para peor, el cementerio queda enfrente del Parque Independencia, a metros de la cancha de Newell’s. El miedo se acrecentó.
No se había convocado, en principio, ningún tipo de despedida por parte de sus allegados a la barra brava de Rosario Central, la cual lo tuvo al frente durante 30 años.
En concreto, nadie trasladó al cuerpo del hombre de 52 años de edad hacia el descanso eterno y espera, mientras tanto, en las heladeras de la morgue rosarina al menos hasta el martes.