No se encontraron resultados.En varias ocasiones, a través de estas páginas, hemos expresado nuestro parecer sobre la “anomia” que sufre (o quizás disfruta) gran parte de los argentinos. Esa necesidad de no cumplir con las normas establecidas para la sana convivencia dentro de una sociedad.

Y, casualmente (o probablemente no tan casual), nuestro protagonista se vuelve a repetir: Marcelo Remondino. Este ex funcionario de la Municipalidad de San Lorenzo durante la gestión justicialista de Mónica de la Quintana, candidato a concejal en las pasadas elecciones y autoproclamado defensor de los derechos del consumidor, volvió a dar la nota.

En otra oportunidad, Remondino fue la voz cantante llevando adelante un reclamo de vecinos sanlorencinos que habían sido captados por un radar, supuestamente inhabilitado, en la Autopista Rosario – Santa Fe, excediendo el límite de velocidad permitido (130km/h). Muy seguro y sin ningún tipo de vergüenza, este personaje de la política local admitía en aquella ocasión haber incumplido con la norma, pero se escudaba en la supuesta inhabilitación del aparato. Un aplauso, acepta lo incorrecto, pero no se hace cargo de la sanción correspondiente.

Algo similar ocurrió el pasado viernes, cuando Remondino circulaba en su camioneta por Av. San Martín y, al llegar a la intersección con calle Falucho, fue detenido por agentes de tránsito del municipio, que se encontraban realizando un operativo, para mala fortuna de este tristemente célebre personaje sanlorencino. Resulta que este hombre, que actualmente trabaja como asesor del senador Armando Traferri (me parece que alguien deberá revisar su planta de personal), circulaba sin la reglamentación necesaria.

Según reconoció el propio Remondino, al momento de ser detenido no portaba la Inspección Técnica Vechicular, no tenía la póliza de seguro y tampoco la tarjeta verde. La falta de esta documentación permitía a los inspectores retener el vehículo, pero Remondino, que aceptó que estaba en infracción, experimentando su anomia, se negó a bajarse de la camioneta. Claro que encontró sus excusas, que no convencieron a nadie, diciendo que se trataba de una persecución política.

Habría que explicarle a Remondino que cientos de ciudadanos a los que alguna vez se le ha remitido el vehículo al corralón deben sentir que no se encuentran frente a un “perseguido político”, como él dice, sino que se trata de un claro caso de “privilegio político”. Finalmente se salió con las suyas y, luego de permanecer durante casi 5 horas arriba de la chata, se marchó a su casa, como si nada hubiera ocurrido.

Así las cosas por San Lorenzo, donde la anomia dice presente al igual que en toda la Argentina. Pero ojo, que esta vez, parece ser que estamos ante un paciente crónico.