La selección española logró algo histórico: clasificar por primera vez a la final del Mundial Femenino que se disputa en Nueva Zelanda - Australia, eliminando ni más ni menos que a Suecia, un claro favorito en esta competencia.

Este resultado demuestra el crecimiento del fútbol femenino a nivel mundial ya que estamos hablando de una selección que lo más lejos que había llegado fueron los octavos de final en Francia 2019.

Las jugadoras de España debieron pasar por delicadas situaciones. Hasta 2015, el equipo era dirigido por Ignacio Quebrada que había sido nombrado como tal en 1988. Sin embargo, en 1997 España quedó tercera en su debut en una Eurocopa y, a su regreso, algunas internacionales pidieron por carta la dimisión de Quereda por su “desprecio” a las jugadoras y el “trato intimidante” que ejercía sobre ellas.

"A ti lo que te hace falta es un buen macho”, “esta lo que necesita es que le metan una guindilla por el culo”, o “la próxima vez, el escote te lo pones por delante” son algunos ejemplos, pero no todos. Hacía aluciones al físico de las jugadoras llamandolas "gordas" e incluso amenazó con no citar a las jugadoras que admitiesen públicamente su homosexualidad porque quería “erradicar el lesbianismo y los malos hábitos”.

El técnico tenía una muy buena relación con el entonces presidente de la Federación, Ángel María Villar, por lo que se mantuvo en el cargo durante 27 años. De hecho, una de las jugadoras que pidió su renuncia fue Toña Is que, a su vez, era entrenadora del seleccionado SUB-17 y fue despedida por la Federación, a pesar de haber ganado el único Mundial femenino que ostenta España.

Otra de las afectadas fue Teresa Andreu, responsable de fútbol femenino de la RFEF, que la obligaron a dimitir por apoyar a las futbolistas. En 2009, Laura del Río se enfrentó públicamente con él después de que este la amenazase con no llamarla más si se marchaba a jugar a Estados Unidos. Como resultado, la futbolista no volvió a jugar con España pese a haber marcado 39 goles en 40 partidos con la selección.

El Mundial de Canadá 2015 debía pasar a la historia española ya que se trataba del primero que la selección iba a disputar. No obstante, las jugadoras volvieron a pedir por la renuncia del entrenador y expresaron públicamente que no habían recibido una correcta preparación previa viajando sin antelación, sin amistosos de preparación y sin analizar a las rivales.

Ante esto, la Federación les exigió una disculpa pública y Quereda recibió una vez más el apoyo del presidente. De esta manera, el DT actuó con impunidad durante tres décadas, protegido por Villar. Mientras que las jugadoras sufrieron en silencio por miedo a no ser convocadas nunca más, y en absoluta soledad ante una Federación que miraba hacia otro lado.

Pero en 2015 asumió Jorge Vidal como nuevo entrenador español. Este año, el equipo se ubicó en la final del Mundial Femenino por primera vez en la historia y nos están dejando un gran ejemplo: somos muchas y no podrán pasar por encima de los años que tuvimos que callar.

Porque la victoria ante Suecia en semifinales fue de todas, fue de las que volvieron a intentarlo y lo consiguieron, pero también de las que dieron un paso al frente para obtener mejores condiciones, las que regresaron y las que no.

La lucha es de todas, es de esas niñas que en el horario escolar de gimnasia piden una pelota de fútbol, y no de handball o voley. Es de las que salen a la cancha del barrio a jugar un partido. Es de esas jóvenes que dejan la vida en los partidos de las ligas locales. Y cada vez son más.

También es de todas esas mujeres que se atrevieron a romper con absolutamente todo sin importar el poder que había del otro lado. Porque el fútbol femenino es cada vez más grande en el mundo, es un gigante que no para de crecer. Esta es nuestra revolución. Hay que seguir viéndolas y escuchándolas.