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En el momento de su creación la bandera quiso significar fuerza, unión y libertad. Hoy pareciera no ser más que un retazo de tela, que solo nos representa, en los mundiales de fútbol, los juegos olímpicos, cuando la vemos flameando en algún país extranjero o en algún que otro acto. Pero dejó de generar en la gente ese sentimiento de pertenencia y orgullo, que erizaba la piel años atrás.

Creo que la Bandera nos muestra en sí el rostro de nuestra Argentina y de nosotros, sus habitantes. Es tan celeste "aunque le cueste" como dice el dicho. Miren que curioso, que nos obliga a recorrer nuestra historia y a marcar a fuego que nos costó y nos sigue costando, construir la patria que todos queremos y nos merecemos. Con esa franja blanca que “separa” el celeste como un camino que cruza, junto con el sol en el centro y nos recuerda que a pesar de que a veces las cosas cuestan siempre salimos, a los tumbos pero salimos, y el sol sigue brillando.

Y tal vez ahora entiendan porque es tan importante recuperar el orgullo y el cariño por nuestros colores, porque son los que recorren el mundo entero llevando consigo cualidades propias de los argentinos. Es nuestro reflejo.

Desde lo alto la bandera izada todos los días flamea y envuelve los corazones de todos los que habitamos este suelo, queriendo unirnos con un solo propósito: el de trabajar juntos bajo un mismo símbolo, sin distinción de credo, clase social u ideología para que la patria que queremos deje de ser una utopía.

Para cerrar cito un fragmento del poema “La Bandera.” De José Luis Bernárdez

“Y contemplemos en el cielo celeste y blanco la bandera de la patria. En su virtud encontraremos aquella fuerza que una vez nos hizo falta”.