No se encontraron resultados.Era difícil no dedicarle estas líneas a lo acontecido durante esta última semana en la región. Ya es de público conocimiento que, como consecuencia de la fuerte tormenta que afectó a nuestra zona, se desarrollaron piquetes en
Capitán Bermúdez y en Fray Luis Beltrán que generaron malestar en gran parte de la población.

Los primeros cortes registrados en la Ruta Nº 11 se dieron en Bermúdez. Allí, vecinos de diferentes barrios, que cada vez que llueve se inundan, tomaron esa medida para hacerse oír, para exigir que el Estado les proporcione una solución para salir de esta crisis. En Beltrán ocurrió algo similar.

Se vivía una situación anómala, fuera de lo común. Una tormenta sin precedentes, al menos en los últimos 15 años, generó innumerables inconvenientes en cientos de hogares. Esto hizo, que una vez más, las falencias de los municipios locales salieran a relucir. Además de la incapacidad del gobierno provincial de brindar asistencia, aunque las miras en Santa Fe estaban apuntando hacia otro lugar: la corrupción policial y la complicidad política. Eso merecerá en otro momento sus líneas especiales.

Como si todo esto fuera poco, un viejo fantasma sacudió a Capitán Bermúdez, el fantasma del saqueo. Algún malintencionado hizo correr el rumor de supuestos saqueos en comercios locales y la bola creció tanto que costó detenerla. Muchos aseguran que hasta la misma policía advirtió en algunas ocasiones a los comerciantes debido a la repercusión que tomó el supuesto acontecimiento. Lo cierto es que desde ningún negocio se reconoció algún saqueo. En Rosario se sentían frases como: “cierren los negocios, viene la gente de Bermúdez”.

En una situación tan delicada, es muy triste que aparezcan mentiras de este tipo, sumado a el supuesto “agite social” que denunciaron algunos, que lo único que generó fue un enfrentamiento entre el pueblo y el pueblo. Y a río
revuelto, ganancia de los mismos de siempre. Poco importaba la gente que había perdido todo, o aquellos que debieron pasar la noche fuera de Bermúdez porque no pudieron ingresar a la ciudad, algunos se sonrojaban por esa situación. La
ceguera no permitía ver más allá de sus intereses.

Allí estuvieron, a la orden del día, en el medio de tanto sufrimiento, de tanto caos y tantas preocupaciones de los ciudadanos, los mismos mezquinos de siempre. Al que le quepa el poncho que se le ponga.