Por: Luisina Flores Piazza (@luisinafloresp)

Ya lo hemos visto en todos los medios: es la primera vez que la ultraderecha gana las elecciones en Italia, y es también la primera vez que una mujer va a encabezar el gobierno en aquel país. ¿Acaso el feminismo no supone que las mujeres y varones accedamos a los mismos lugares? A priori diríamos que sí, que el ejercicio real de los Derechos Políticos de las mujeres es una lucha persistente en los feminismos desde hace ya varias décadas. Pero más allá de la letra de las leyes y de tratados internacionales, desde la interseccionalidad sabemos que las mujeres hegemónicas y, fundamentalmente, aquellas que no cuestionan, sino que obedecen, al statu quo, tienen más allanado el camino de acceso a lugares de toma de decisión.

Si hay algo que la derecha saber usar a la perfección es el camuflaje, del mismo modo en que transformaron los golpes de Estado en golpes blandos, también han sabido disimular esa ferviente creencia que tienen de la subordinación de las mujeres, utilizando herramientas conquistadas por los feminismos para poner mujeres a transmitir discursos de odio y ejecutar políticas claramente regresivas en materia de género. Mujeres a la orden de un modelo que nos subordina, mujeres funcionales. Y así es que utilizan estas muletillas que parecen apuntar al sentido común “¿Cómo voy a ser machista sí soy mujer?

Y acá es donde tenemos que recordar, ser mujer no es sinónimo de ser feminista. Podríamos decir que hay tantas definiciones de feminismo como feministas, pero a grandes rasgos hay cuestiones en las que todas acordamos y es que el feminismo es un movimiento político que lucha por la igualdad de derechos y la equidad en su ejercicio entre las mujeres -e identidades feminizadas- y los varones. Y también, podemos decir que el patriarcado no son los hombres, sino que es un modelo de organización social que supone la subordinación de las mujeres a partir del reconocimiento de privilegios a los varones. Y también podemos decir que el patriarcado tiene una clara alianza con el capitalismo más voraz. Las mujeres, en su rol subordinado, reproducen de forma gratuita fuerza de trabajo, para poner al servicio del capital. Esa reproducción de fuerza de trabajo es lo que conocemos como tareas de cuidado y en realidad no son gratuitas, son a costa del tiempo de millones de mujeres que por el mandato social se ven obligadas a postergarse.

Bueno, un poco me fui del tema. Pero esto nos lleva a la pregunta, ¿Se puede ser feminista y de derecha? Tal vez algún feminismo liberal diría que si, particularmente pienso que si la derecha es necesariamente conservadora, pensar en que sea feminista, es un oxímoron.

Los últimos años vimos comos alrededor del mundo los partidos populistas de derecha han reaccionado a las conquistas de los feminismos apropiándose de la palabra género y lo han transformado en algo negativo, en una amenaza para la sociedad, mientras ellos se presentan como los héroes que salvarán a nuestros niñxs de la ideología de género mientras defenderán la familia y la vida. Y en esta lucha por el sentido común se han feminizado las filas de mujeres líderes de extrema derecha.

Volviendo a Meloni, ella no representa a los derechos de las mujeres, solamente es mujer. Y es una pieza más en la lucha por la distribución de poder.