Claudia, una de las que encabezó este proceso, relató a 11Noticias cómo comenzó todo: “Un día encontramos el club clausurado por la municipalidad y apareció una convocatoria. Hicimos una reunión de vecinos en la esquina del club y ahí se presentó un grupo de personas de Ibarlucea y Granadero Baigorria, que ya traían los libros como si fueran la nueva comisión directiva. Cuando les pedimos explicaciones de quién los había elegido o cuántos socios había, no supieron responder”.

Según contó Claudia, este grupo se adjudicó la conducción del club tras publicar una convocatoria para asociarse entre el 24 y 25 de diciembre (fechas insólitas para una inscripción abierta), y al no presentarse nadie, se declararon como comisión el 26 de diciembre. “Ahí empezó la bronca de los vecinos”, señaló.

Desde entonces, formaron un grupo de WhatsApp con 150 vecinos, aunque con el tiempo se infiltraron personas ajenas al barrio que intentaron generar divisiones. “Yo decidí salirme de ese grupo pero seguir en la lucha. Me quedé con la gente de confianza y desde hace más de un año nos venimos reuniendo, primero cada 15 días y ahora todas las semanas”, contó.

En paralelo, presentaron documentación ante la Inspección General de Personas Jurídicas (IGPJ), quien finalmente designó a un normalizador para iniciar un proceso transparente de normalización. A partir de este viernes, los vecinos podrán asociarse oficialmente y postularse en listas para la elección de autoridades. La inscripción estará abierta los viernes y lunes de 12 a 17 hasta el 30 de junio. El costo es de 5.000 pesos para asociarse y otros 5.000 para tener derecho a voto.

Para sostener el reclamo, Claudia y otros vecinos juntaron documentación antigua, carnets de socios de hace 40 y 50 años, y ella misma juntó casi mil firmas recorriendo casa por casa con una mesita verde en la puerta del club.

También organizaron un abrazo solidario, que fue un acto popular con bandas de folclore, rock nacional, cumbia y una kermés comunitaria con chocolate y tortas.

“Nos propusimos abrirlo para la gente del barrio, no para que sigan lucrando con el club como antes, cuando durante 22 años lo manejó una persona que lo usaba como si fuera privado”, remarcó.

Hoy, gracias a esa constancia, los vecinos lograron devolverle la vida a su club. Claudia anticipó que se postulará en una de las listas vecinales y que el objetivo es que el club sea abierto, participativo y transparente.

“Ojalá podamos hacerlo todo como desde el primer día: con la gente, para la gente”, dijo.

El Club Villa El Prado es un espacio muy valorado por el barrio, con infraestructura única en la zona. “Tiene una pista de handball reglamentaria, la única en la región, y una pista de patín techada que es de las mejores, enorme y en muy buen estado. Antes se usaba mucho para competir”, destacó Claudia.

“Mi nieto, por ejemplo, juega handball y tiene que hacer de local en Arroyo Seco porque acá no hay una pista reglamentaria. Este club podría devolverle eso al barrio”, cerró.