
El intendente de San Lorenzo, Leonardo Raimundo, y el senador departamental Armando Traferri son las dos figuras políticas más importantes de la región prácticamente de las últimas dos décadas. Ambos han sido reelectos en sus cargos en reiteradas ocasiones y, por casualidad o causalidad, no han tenido enfrentamientos electorales entre sí, a excepción del ocurrido
hace 26 años, el 8 de agosto de 1999. Meses después, Fernando De La Rúa llegaría a la Presidencia de la Nación.
En aquel entonces todavía existía la Ley de Lemas, sistema que permitía sumar los votos de los sublemas de un mismo partido al candidato que obtenía la mayoría dentro de la agrupación política (lema) y que años después sería derogado para darle lugar a las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, las PASO.
En Santa Fe, y en San Lorenzo también, había dos fuerzas que polarizaban los comicios. El Partido Justicialista, que gobernaba la provincia y la ciudad, y la Alianza Santafesina, que venía en flanco crecimiento. De hecho, en los comicios legislativos de 1997 la Alianza había logrado una victoria en la localidad y el candidato a concejal más votado había sido nada más y nada menos que el mismísimo Leonardo Raimundo.
Envalentonado por el triunfo del 97, el joven radical se dispuso a desafiar al intendente Armando Traferri, que comandaba la ciudad de 1991, en las elecciones del año 1999. El dirigente peronista contará tiempo después que en ese tiempo sus intenciones ya eran dar el salto a la Senaduría departamental, algo que finalmente haría en 2003.
“Carlos Reutemann me pidió que siguiera un período más porque en esas elecciones el PJ corría riesgo de perder la Intendencia", declaró el “Pipi” en una nota en el Diario La Capital.
Finalmente, en los comicios del 99 Traferri fue reelecto sin sobresaltos. Fue el candidato más votado y el lema del Partido Justicialista logró superar al de la Alianza, dentro del cual Raimundo había logrado imponerse. No había sido un mal primer intento de llegar a la Intendencia para quien hacía apenas dos años ocupaba una banca en el Concejo Municipal.
Luego de esas elecciones, Traferri continuó su carrera política en ascenso. No terminaría ese tercer mandato como jefe municipal, ya que en 2002, convocado por el entonces presidenta Eduardo Duhalde tras la intempestiva salida de De La Rúa, pasó a desempeñarse como subsecretario de Asuntos Municipales de la Nación.
En 2003, alcanzaría su objetivo de llegar a la Senaduría departamental con un contundente triunfo frente al Partido Socialista, con la Alianza ya disuelta tras la crisis de 2001 y con el radicalismo en proceso de reconfiguración.
Mientras tanto,
Raimundo no logró renovar su banca en 2001. En 2003 hizo un nuevo intento por llegar a la Intendencia pero quedó en tercer lugar. En esos comicios, gracias a la Ley de Lemas, Mónica de la Quintana, esposa de Traferri, llegó a la Intendencia. El candidato más votado había sido Pedro “Pili” Rodríguez, quien luego sería condenado por delitos de lesa humanidad.
Con el radicalismo tambaleando y el peronismo gobernando los tres niveles del Estado, Traferri gozaba del mejor momento de su carrera política como mandamás departamental. Raimundo venía de dos duras derrotas y su aspiración de llegar a la Intendencia sanlorencina parecía cada vez más lejana. Sin embargo, pronto los roles se invertirían entre los caciques locales.
El dirigente radical supo reinventarse y encaró un trabajo de hormiga que volvió a depositarlo en el Concejo Municipal en 2005, esta vez por el Frente Progresista Cívico y Social.
Y en 2007 daría el gran batacazo al imponerse finalmente en los comicios como intendente de la ciudad, superando a Mónica de la Quintana. Fue la elección en la que Hermes Binner fue electo gobernador y en la que el peronismo se desmoronó en Santa Fe.
Casi como en un subibaja, mientras Raimundo llegaba a la cúspide Traferri caía. El senador no logró renovar su banca tras perder frente a Eduardo Galaretto, en medio del envión del Frente Progresista. Para colmo, también su esposa perdió en la ciudad. De tenerlo todo a quedarse sin nada en tan sólo unos comicios.
Pero el “Pipi” también logró reinventarse. Cuatro años más tarde volvería a recuperar la Senaduría departamental, para no volver a soltarla. Desde entonces fue reelecto ininterrumpidamente con comodidad y actualmente atraviesa su quinto mandato en la cámara baja. Raimundo también se consolidó como jefe municipal y fue reelecto en 4 oportunidades.
A su manera, ambos dirigentes supieron atravesar momentos difíciles en sus carreras políticas, para terminar consolidando su poder. Casi como un pacto tácito, durante un cuarto de siglo prefirieron evitar la confrontación directa. Ahora, quizás obligados por el contexto,
volverán a enfrentarse en una contienda electoral por un cargo inesperado. Quizás ambos hubieran preferido que este momento nunca llegara. El 13 de abril escribirán un nuevo capítulo en la historia política regional.