Las ruinas de un viejo molino harinero, que supo ser el motor del desarrollo productivo de una región
El Molino San Fernando, hoy convertido en ruinas, supo ser la fuente principal de trabajo en la zona en Pueblo Oroño. Hoy solo queda en el recuerdo y las ruinas del molino son testigo mudo de su mejor época de producción.
Estos son los restos arquitectónicos del antiguo Molino Harinero de la firma Begnis, Pautasso y Cía, que fue establecido en 1885 en la jurisdicción de Colonia Oroño y pertenece ahora a la Comuna de Gessler, y todavía se pueden encontrar en la zona. A fines del siglo XIX, el molino cesó sus actividades debido a las crisis económicas y a los incendios que sufrieron.
Las ruinas del molino son un testimonio del potencial productivo de la firma y de cómo su caída afectó a la desaparición del paraje. En su momento, Oroño fue un pueblo pujante y cargado de esperanza. Contaba con una escuela primaria, una capilla, el molino y viviendas para las familias que trabajaron en el emprendimiento productivo.
Cuando sus habitantes se fueron, el lugar comenzó a deteriorarse y los dos incendios que sufrió el molino a finales del siglo XIX forzaron el cierre de la actividad molinera.
Tras el cese de las actividades del molino, comenzó un progresivo despoblamiento en Oroño. Ahora sus calles son silenciosas, mudas, perdidas en el olvido, al igual que las ruinas del viejo molino.
Con el tiempo, la estructura del Molino San Fernando se vio afectada y las ruinas son todo lo que queda en pie del antiguo pueblo.
Las paredes del antiguo molino, que alguna vez fue un gigante de la producción, encierran una parte valiosa del pasado de la zona.
Julieta Luz Carnevale - Guido Diaz Quilici
Más fotos en DOCUMENTARTE