Una vez más, el barrio Celulosa de Capitán Bermúdez fue el escenario de un hecho delictivo. En la tarde de ayer miércoles, un hombre entró a una farmacia,
amenazó con matar a la farmacéutica si no le daba su celular y se terminó llevando el dinero de la caja, alrededor de
15 mil pesos. El hecho quedó registrado en las cámaras del negocio.
Según contó Romina Poccioni, la propietaria del comercio ubicado en
San Juan al 600, entre 10 de febrero y Puerto Argentino, cerca de las 18:45, un hombre estacionó su bicicleta en la puerta, esperó a que se fuera una clienta y entró. En principio, parecía un cliente normal,
“me empezó a pedir tintura para el cabello, pero yo no trabajo solo traigo algunas por encargue cuando alguna vecina me pide. Entonces le empecé a preguntar porque mucho no sabía lo que quería”, contó la farmacéutica.
Sin embargo, “cuando empezamos a hablar se acercó a la puertita que tengo en el mostrador que comunica con el sector de atención al público, pasó por abajo y me empezó a decir
‘dame la plata’”, indicó. Mientras el delincuente pasaba hacia el sector de la caja, Romina alcanzó a tocar el
botón de pánico.
“Después me empezó a sacar la plata de la caja y me decía
‘dame el celular porque te mato’. Yo no vi ningún arma pero hacía señas como de que la tenía la mochila. Le decía que no lo tenía y me insistía, pero realmente no lo tenía, ni siquiera sabía dónde lo había dejado”, continuó.
Luego, cuando el ladrón se dio cuenta que efectivamente no tenía el teléfono, le dijo
“metete para atrás” en un cuartito, según el relato de la víctima. “Yo me encerré ahí, él terminó de sacar lo que había en la caja y se fue en bicicleta.
Se habrá llevado entre 12 y 15 mil pesos”, indicó al final.
VIDEO
Cabe destacar que minutos más tarde también intentaron robar en un supermercado ubicado a unas dos cuadras del lugar anterior.
El barrio y la ciudad de Capitán Bermúdez en general viene siendo blanco de hechos delictivos, como por ejemplo las amenazas extorsivas que sufrió la semana pasada una peluquería canina, en la que les pedían
“30 palos para poder trabajar tranquilos”.