Era domingo 18 de diciembre de 2022, a las 12 horas del mediodía, cuando el árbitro polaco Szymon Marciniak dio el silbatazo inicial que inició el encuentro entre Argentina y Francia por la final del mundo.
Una fecha que quedará para la historia en la memoria de todos los argentinos y no sólo por la obtención de la tercera estrella, sino por los guerreros que batallaron en ese campo de juego.
Vamos a recordar todo: el último penal de Gonzalo Montiel ante los franceses, el llanto desmedido de Messi, el gesto del Dibu Martinez cuando recibió el guante de oro, el desahogo de todo un país que necesitaba una alegría.
Pero por sobre todas las cosas, lo que más recordaremos es el sufrimiento de aquel partido, comenzar ganando y pensar que se te puede escapar en dos minutos y que, por suerte para nosotros, la justicia obró a favor de la albiceleste.
El partido empezó a las 12 y a las 14.55 horas la Scaloneta gritó campeones del mundo, se festejó ese día, un día después y también al siguiente. Un año más tarde, parece no tener fin esa celebración.
Porque se ganó algo más que un mundial, el fútbol hizo justicia con Messi y Di Maria, se abrió el camino a jóvenes promesas, ayudó a tapar la grieta que estaba viviendo nuestro país. Fuimos felices, no sólo sumamos una estrella.
Es dificil no estar de acuerdo con Rodrigo De Paul cuando dijo que es la mejor selección de la historia, porque esta selección nos cambió, nos unió, la quieren todos. Los menottistas, los bilardistas, los anti Messi. Nada fue igual después de aquel 18 de diciembre de 2022, ni para ellos ni para nosotros.
Porque, como dijo Guillermo Francella en la película “Muchachos”, ese día no vi a nadie queriendo nacer en otro país. A un año del mejor día de nuestras vidas, sólo queda decirles gracias.