Miguel Ángel Russo pintó a su manera el Rosario Central campeón de la Copa de la Liga 2023, fue el
artífice, estratega y armador de un nuevo título local tras 36 años.
Si existe frase hecha en el fútbol, entre tantas, es que es un juego en donde siempre hay revancha. Russo la tuvo, en la vida y en el deporte. Este título con Central llega en su quinto ciclo en el club, habiendo sido en los últimos años el bombero de las peores situaciones futbolísticas del club.
Hay dos momentos claves post promoción con Belgrano de Córdoba en 2009 y ascenso en Jujuy en 2013, donde está la foto de un Russo desahogado: él mejor que nadie conoce el significado de este club que lo adoptó de su Estudiantes para con los miles de hinchas fieles a los colores.
En 2014 no pudo ser en la Copa Argentina, Huracán fue mejor en los penales y Miguel eligió dar un paso al costado. Nueve años despúes, una nueva final en el banco de Rosario Central lo estaría esperando.
Argumentos futbolísticos Central tuvo, pero no de sobra.
El equipo fue efectivo y discreto, sin sobresaltos y augurando por una regularidad en sus puestos claves que fue encontrando con el correr de los partidos.
Maxi Lovera, autor del único gol de la final frente a Platense, es un jugador que da cuenta de esa búsqueda. Russo lo bancó, pero principalmente lo orientó hacia el juego que el pretendía del volante formoseño salido del club pero de muchísimos altibajos en un fútbol griego que es de los menos competitivos en la elite europea.
Ignacio Malcorra fue otra pieza clave a la cual el técnico siempre apoyó. Como siempre dijo, mitad en modo casete mitad cierto, partido a partido. El rendimiento fue apareciendo. De a poco, intentando sumar de local como ningún otro equipo lo hizo, y haciendo lo posible de visitante como le pasó a la mayoría.
Jorge Broun fue una revelación en los tres partidos finales. Clave en los triunfos desde los 12 pasos frente a tamaños rivales como Racing y River, llegó a los playoff con cierta irregularidad en la primera fase. Pero en los últimos partidos mostró una jerarquía absoluta y fue sostén fundamental de un Central que no recibió goles.
Ahí está el otro punto clave:
Facundo Mallo y Carlos Quintana fueron, por lejos, la mejor dupla de centrales en el fútbol argentino. El uruguayo llegó a su primera experiencia fuera del Uruguay y el “pelado” venía con la medalla de la Copa Argentina 2022 con Patronato de Paraná. Los dos batallaron contra todos y fueron fortaleza defensiva e inclusive ofensiva en un plantel que se construyó de atrás para adelante.
Fue desde esa fortaleza defensiva donde crecieron
Juan Cruz Komar como primer suplente, se consolidó
Damián Martínez y fue pieza irremplazable en el fondo, y los volantes jóvenes, impulsivos y rebeldes pudieron crecer desde el juego con el correr del año.
Kevin Ortiz, Tomas O’Connor y Agustín Toledo jugaron partidazos en los cruces, y eso es virtud del técnico en transmitir el funcionamiento deseado aún cuando futbolísticamente los tres mostraban cierta inocencia o desconocimiento de lo que un equipo de Russo demandaba.
Ofensivamente, sí Central tuvo una carta que los demás no tuvieron y ni supieron cómo jugar: el jóven
Jaminton Campaz fue una topadora desde el sector izquierdo, y marcó la diferencia en ataque con una potencia y talento que no abunda en el fútbol argentino. Sin lugar a dudas, es un deseo casi obligatorio de los hinchas que el club haga lo posible económicamente para conseguir que el colombiano continúe un año más en Central.
El porvenir trae complejos desafíos, primero el viernes una final por una estrella mas frente a River, y luego la Copa Libertadores 2024, dónde podrían estar ya Ángel Di María y Marco Ruben.
No me quedan dudas de que Russo disfrutó como nadie haber tenido la revancha de tantos años buscando el título con el canalla, y más que merecido se lo tiene, Miguel. Ya tiene copa para brindar con los grandes en un olimpo de ídolos del cual parte fundamental fue, y que ahora tendrá un motivo más para celebrar.