Los argentinos y las argentinas no merecen vivir condenados al sufrimiento. No tiene por qué, ni debe ser el camino necesario para un bienestar futuro que todos prometen y al que nunca se termina de alcanzar.
El primer gobierno anarcocapitalista de la historia, a través de su ministro de Economía, Luis Toto Caputo, tuvo una reunión con supermercadistas y allí les expuso que tienen que corregir y ajustar sus precios a una nueva realidad de la economía nacional, la cual entiende el ministro, no está reflejada en las góndolas.
Principalmente, apuntó a los remarcamientos que hicieron que los precios en góndolas suban de manera exponencial desde la llegada de Milei al poder. El presidente, a su vez, apuntó en una entrevista contra las promociones que ofrecen los establecimientos comerciales al llevar dos o más productos, asegurando que esto distorsiona las mediciones.
En una nota publicada en Página 12, la franquicia nacional de Coca Cola, una de las tres o cuatro marcas íconos y emblema de la producción en serie capitalista, señaló que esperan un
notorio descenso de hasta un 40% de ventas en el mes de marzo. Ante esto, como nunca, se están preocupando por la fecha del vencimiento en su stock, algo quizás nunca visto a nivel internacional para con esta gaseosa.
Estos índices no responden más que al plan económico de este gobierno, cuya promesa de un proceso
estainflacionario (igual nivel de salarios a la vez que aumenta el precio de los bienes y servicios) se cumple a rajatabla. Y forman parte del camino que depositará, según el mismo presidente, en el fin de la inflación y el estancamiento argentino.
La promesa mesiánica de corregir para siempre un problema que es sistemático en nuestro país desde la dictadura militar con su proceso severo de desindustralización del país, y que se profundizó en la década de los 90, es, en líneas generales,
aceptada por los argentinos y las argentinas.
Con resignación, con dudas, con incertidumbre, pero aquellos que no atraviesan procesos de despidos o caída grave del nivel de ingresos en su ámbito familiar, apoyan la idea de que sufriendo se va a llegar a un lugar mejor.
En los últimos años, el mismo sentimiento se vio reflejado en distintos hechos. Por eso el comienzo del aislamiento en
los primeros días de la pandemia del coronavirus tuvo una aceptación general. “Nos cuidamos unos días y listo”. La esperanza en algo mejor no se pierde, se aceptan las malas que nos tocan sin protestar.
Milei mintió y distorsionó muchos de sus conceptos, la casta lo absorbió para su beneficio y poco importó a gran parte de la gente que lo apoyó en las tres oportunidades que los argentinos y argentinas eligieron presidente, pero la idea de sufrir para estar mejor ha calado hondo en nuestro país, tierra acostumbrada a los vaivenes económicos y a buscar el modo de hacer rendir el peso ganado lo mejor posible.
Mientras tanto, algunos lujos deberán esperar en tanto y cuando la situación mejore. Una gaseosa de marca para la semana, una salida a un restaurante promedio, una salida al cine, un paseo familiar con los más chicos, una escapada a Córdoba o a la costa en un fin de semana largo.
Como en aquel marzo de 2020.