El aumento de un 150% en la tarifa del transporte interurbano
aprobado recientemente por el gobierno provincial, tras la quita de subsidios nacionales, parece ser la estocada final para un sistema que viene en decadencia desde hace años y que se encuentra en una crisis terminal. El costo lo pagan miles de usuarios que por lo general no tienen alternativas de movilidad y que deberán ajustar aún más sus finanzas, en un contexto económico que no da respiro, o abandonar definitivamente el lujo de viajar en transporte público. Frente a este panorama,
no parece lógico ni admisible que la dirigencia política local siga desentendiendose de la problemática por una cuestión de jurisdicción.
En el Cordón Industrial los más afectados serán trabajadores que utilizan el colectivo a diario para cumplir su jornada laboral o quienes deben trasladarse a grandes localidades para acceder a determinados servicios, como prestaciones específicas de salud. Gracias al Boleto Educativo, los estudiantes podrían surfear la ola por el momento. Y viajar en transporte público con fines recreativos dejó de ser una opción hace rato.
La suba del 150% se suma al aumento que había entrado en vigencia en enero pasado, por lo que si se comparan los valores que en los próximos días costará la tarifa con los de diciembre pasado, el incremento supera el 250%. Un valor que se ubica por encima de cualquier medición de inflación y de cualquier estudio de costos posible, que
en el caso del transporte interurbano de Santa Fe se desconoce.
Al incremento desmedido y arbitrario de la tarifa, se suman las
pésimas condiciones del servicio, que en el Cordón Industrial se encuentra prácticamente monopolizado por la empresa Rosario Bus. Escasez de frecuencias, unidades en estado deplorable y controles que brillan por su ausencia hacen que el transporte interurbano deje mucho que desear en la región, una realidad que se repite desde hace años y que encuentra poco eco en las autoridades políticas, salvo honrosas excepciones de dirigentes que suelen abordar la problemática aunque sin demasiados resultados palpables.
En este contexto, y ante la gravedad de la situación,
los intendentes y presidentes comunales del Cordón Industrial no pueden seguir mirando para otro lado. Son sus vecinos y vecinas, muchos de los cuales los votaron para que ocupen sus respectivos cargos, los que sufren las consecuencias de este servicio. Y es el transporte interurbano un nexo no sólo con la ciudad de Rosario, sino también y fundamentalmente entre las propias localidades de la región, que no pueden seguir pensándose como compartimentos estancos y que deben avanzar en una articulación como integrantes de un área común.
Los jefes municipales no sólo deben levantar la voz para hacer escuchar el reclamo, sino que también deben involucrarse con políticas directas que puedan brindar soluciones y alternativas a la problemática ¿Por qué Roldán tiene un servicio de transporte urbano que conecta los diferentes barrios de la ciudad con el sector céntrico y municipios ricos del Cordón Industrial no pueden tenerlo?
Se insiste en que se trata de una problemática de años, aunque sólo logró agravarse con el tiempo. Y está claro que jurisdiccionalmente es una competencia provincial. Pero también es evidente que tiene un impacto directo sobre miles de vecinos y vecinas del Cordón Industrial y también sobre la actividad de cada una de sus localidades. Es por eso que los intendentes no pueden seguir mirando para otro lado.