Deolinda Correa murió de sed en el desierto para ir a buscar a su amado, huyendo de unos forasteros que la perseguían. Pero el milagro se hizo cuando, quien la encontró unos días después, vio que el bebé que llevaba Deolinda consigo, aún estaba con vida alimentándose de su pecho.

Unos días después un campesino pasó y la enterró. Al tiempo un arriero pasó por el lugar y pidió a la difunta que si podía reunir a su ganado que había perdido por una tormenta, le construiría un altar. Al día siguiente su ganado, estaba nuevamente reunido. El arriero cumplió su promesa.

Para Semana Santa, gran cantidad de devotos llegan hasta el santuario para cumplir su promesa, agradecer o pedir un milagro. El santuario se encuentra en el pueblo Vallecito a 63 km de la ciudad de San Juan



Miles de placas adornan cada rincón del santuario, familias que han dejado marcado su paso por el lugar, muestras de agradecimiento, patentes de autos, flores, nombres, y cintas rojas, es lo que se destaca al ingresar al santuario. Los depósitos de donaciones rebalsan de diversos objetos.

También hay un espacio dedicado a las promesas por la Selección Argentina, donde los fieles dejan sus camisetas de argentina. En el lugar está exhibida la casaca de Lionel Messi firmada por varios jugadores tras la obtención de la Copa América.



Un lugar de culto, de fe, una fe ciega que mueve multitudes que hace que muchos devotos suban los 70 escalones hacia la Loma del Milagro de rodillas o de espaldas. Allí está el santuario que cobija las imágenes principales de la Difunta Correa y el peñón de las velas.

Es un espacio para visitar si pasas por la provincia de San Juan, creas o no, pero si vas al santuario, lugareños y trabajadores dicen que si pedís algo y la Difunta lo cumple hay que volver a agradecer, tal como lo hizo el arriero en su primer milagro.

La historia de Deolinda Correa

Deolinda Correa de Bustos vivía tranquila con su pequeño hijo y su marido Clemente Bustos en Angaco, provincia de San Juan. Hasta que alrededor de 1840 reclutaron a su marido para ir al enfrentamiento entre unitarios y federales. Deolinda se vio forzada a irse del pueblo acosada por unos forasteros y por el comisario del lugar y decidió ir en busca de su marido.

Desesperada tomó a su bebé y siguió las huellas de la tropa por los desiertos de la provincia de San Juan, llevando consigo sólo algunas provisiones de pan, charqui y dos chifles de agua. Cuando se quedó sin agua, se cobijó bajo la sombra de un algarrobo donde murió de sed.



Cuando unos arrieros pasaron por el lugar al día siguiente, encontraron el cadáver de Deolinda, pero su bebé seguía vivo amamantándose de sus pechos. Los arrieros la enterraron en el paraje conocido hoy como Vallecito y se llevaron consigo al niño.

Al tiempo, un arriero de Chile pasó por el lugar y tras una fuerte tormenta se dispersó su ganado. Entonces se dirigió al lugar donde se encontraba enterrada Deolinda Correa y le pidió que por favor reúna a su ganado, que le prometió construirle un altar si lo hacía.

Así fue como a la mañana siguiente, Zeballos comenzó a caminar y encontró a su ganado reunido. El arriero cumplió su promesa y donde antes había sólo una cruz, al tiempo había un gran santuario al que cientos de personas comenzaron a visitar tras escuchar la milagrosa historia.

Julieta Luz Carnevale - Guido Diaz Quilici
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