Dalal y Said “Coco” Massad son de Banfield y hace poco remodelaron su casa. Lo particular es que dejaron intacta una habitación, que está igual que hace 40 años atrás. Se trata de la habitación de su hijo, Marcelo Daniel Massad, quien murió durante la guerra de Malvinas cuando una ráfaga de ametralladora le cruzó el cuerpo durante un combate.

“Ahora lo tomamos como un templo. Tal es así que yo, algunos días entro, le rezo una oración mirando el retrato de él, le pido alguna cosita que necesito”, cuenta Coco, su papá, a TN.

Hay una cama de una plaza con un acolchado un poco desteñido por el sol, un póster del mundial de Alemania de 1974, otro de una pelota de fútbol, banderines de Banfield, viejas raquetas de tenis de madera, una cruz. En un costado, una biblioteca guarda los libros de Dani, un pequeño Mustang rojo de juguete, tubos con pelotas de tenis, una foto de un viaje de egresados de 7° grado a Córdoba, otra con sus compañeros de último año. Debajo de la ventana un pequeño escritorio con una tele amarilla y negra, que le habían regalado poco antes de que Dani saliera para Malvinas.

Los recuerdos de Malvinas

Entre los objetos de Daniel se encuentra una carta que escribió durante la guerra y que afortunadamente llegó a la casa de sus padres. “Papá Coquito, si no llego a escribir otra carta quiero desearte feliz cumpleaños. Quiero volver y abrazarlos a todos y no soltarlos más. Estando aquí estoy aprendiendo lo que es una familia. Recién ahora me doy cuenta estando a tantos kilómetros. No les voy a mentir, nada más me puse a leer sus cartas empecé a llorar como un tonto. Me despido porque no tengo más espacio para escribir. Saludos a todos”.



La noticia de la muerte de su hijo la recibieron cuando un compañero de combate les trajo un rosario con sangre que levaba colgado del cuello al momento de morir. La familia aún lo conserva como un tesoro.

Fuente: Tn/Infobae