Este 30 de abril se cumplen 45 años de lucha ininterrumpida de las Madres de Plaza de Mayo, de aquella primera vez que un grupo de mujeres, en búsqueda de la aparición con vida de sus hijos y nietos, dio vueltas a la Pirámide de la plaza frente a la Casa de Gobierno como acto de protesta.

Un movimiento de mujeres pionero en el mundo que surgió espontáneamente ante el terror que la dictadura cívico-militar de entonces desplegaba sobre el pueblo argentino. Sus hijos habían sido secuestrados, desaparecidos, y al no encontrar respuestas ni en comisarías, ni en cuarteles, ni en iglesias, ni en los pasillos de los ministerios públicos decidieron manifestarse frente a la Casa Rosada.

Creaban, sin meditarlo mucho, un acto político de resistencia que se repetiría todas las tardes de jueves de cada semana, de cada mes, de cada año, de cada década. Este año cumplieron su ronda número 2297.



Aquel 30 de abril estuvieron presentes Azucena Villaflor de De Vincenti, Berta Braverman, Haydée García Buelas, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard, Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin y dos mujeres más de las que no se conocen sus nombres.

La Dictadura quiso eliminar el movimiento desapareciendo a tres de sus referentes. Azucena Villaflor de De Vincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco corrieron el mismo trágico destino que sus hijos. Fueron secuestradas y detenidas entre el 8 y 10 de diciembre de 1977 por parte del grupo de tareas 3.3.2 bajo el mando de Alfredo Astiz, llevadas a la ESMA y arrojadas vivas al mar en los “vuelos de la muerte”.

A pesar de ese tremendo crimen, las amenazas, de haber sido tratadas como “las locas de la Plaza”, la ronda nunca se interrumpió, convirtiéndolas en un símbolo mundial de la coherencia, la persistencia y la lucha por los derechos humanos.