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martes, 20 septiembre 2011 | Argentina

La argentina regresa a la primera fila del debate mundial

Argentina representará este miércoles ante la ONU la viva imagen de una nación que supo salir de la crisis y recuperar su identidad en el mundo tomando caminos muy apreciados en estas épocas de zozobra. Tanto, como para reconocerle a su Jefe de Estado un lugar calificado entre todos los oradores de la Asamblea General.
La argentina regresa a la primera fila del debate mundial No se encontraron resultados.La voz de Cristina Fernández de Kirchner será esta vez, además, la voz de la Presidencia del Grupo de los 77 (G77) más China, la máxima expresión diplomática del mundo en desarrollo y el bloque de países más amplio de la ONU.

Detrás de ambos reconocimientos, claro, está el constante compromiso activo del gobierno argentino con todas las instancias de debate, participación y decisión que ofrecen las Naciones Unidas para hacer del mundo un lugar mejor para vivir.

Pero, al final, lo que ha resuelto el auditorio político mundial esta vez es escuchar con mucha atención al vecino que reconstruyó sus cimientos, se ganó el respeto dentro de su propia casa y, con ello, recuperó el respeto y la confianza de los demás al punto de asumir la responsabilidad de representarlos.

Primero, un proyecto de desarrollo propio con inclusión social. Después, abrazarse a un destino político y económico común con Sudamérica, su región ("la solución siempre es colectiva", decía Néstor Kirchner sobre la UNASUR).

Por fin, ejercer un multilateralismo activo en un mundo que lidia con problemas sin fronteras como la contaminación ambiental, la pobreza, las pandemias y las migraciones forzadas, en el que la hegemonía tradicional de las potencias se vuelve cada vez más estéril.
Pocas ocasiones son tan especiales en la ONU como los discursos en la apertura de la Asamblea General. Y en esa lista de líderes políticos estará esta semana Cristina.
Esta vez, para empezar, el escenario ya es todo un mensaje.

En términos de poder político y diplomático constante y sonante, Argentina llega a esta Asamblea General representando a 131 países en desarrollo y sentado en las principales negociaciones internacionales, desde Cambio Climático, a la reforma financiera internacional, desde las tratativas sobre desarrollo sostenible a las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz y el presupuesto de Naciones Unidas.

El discurso de Cristina abrirá una semana diplomáticamente invalorable, que culminará el viernes el canciller Héctor Timerman cuando presida la reunión de sus 131 colegas del G77 + China para decidir los pasos a seguir por el mundo en desarrollo en cada una de las negociaciones más importantes del planeta.

Más allá de la ONU, Argentina también se ganó un lugar en el Grupo de los 20 (G-20), donde una representación estratégica de potencias desarrolladas y países en desarrollo debaten la reforma de un sistema financiero multilateral nacido a mitad del Siglo XX que, como en el caso del FMI, refleja unos intereses y una relación de fuerzas imposibles de hacer valer en la realidad global del Siglo XXI.
Este nuevo escenario está signado en estos días por los coletazos de un juego de especulación financiera, convalidada por organismos multilaterales anquilosados, que distorsionó primero y amenaza ahora la producción misma de bienes a escala mundial. Desde 2003, Argentina ha estado concentrada en lo contrario.

Pero eso fue posible, también, porque se ha propuesto hacer del país y su sociedad mucho más que su economía y sus finanzas. En el trazado de un camino propio primó la decisión de resolver antes como pueblo otras deudas más profundas, de memoria, de verdad y de justicia. Nuestra nación es ahora un ejemplo de Derechos Humanos unánimemente reconocido en todo el mundo y la participación en la creación de la Convención Internacional de Desaparición Forzada de Personas y en otras como la de Adultos Mayores prestigian al país más allá de cualquier protocolo.

También valió cumplir primero con nosotros mismos en la Cuestión Malvinas. La coherencia política del reclamo argentino de negociaciones diplomáticas por la soberanía de las islas hace ya que no haya foro, incluyendo la ONU, donde Gran Bretaña no termine políticamente aislada por su flagrante violación de los propios principios de descolonización consagrados por las Naciones Unidas.

Este recorrido desde casa hasta la asamblea que representa al mundo habilita ahora a la Argentina a reclamar cambios dentro de la misma ONU, como la reforma de su Consejo de Seguridad, "fotografía vieja" de un mundo de pocas potencias con derecho a veto que ha sido reemplazado por un escenario de actores múltiples en el que la suerte de todos depende, como nunca, de todos. Y donde tampoco el gasto y la inversión multilateral pueden quedar en manos de unas pocas potencias.

En cierto sentido, la presencia de la Presidenta entre los primeros oradores de esta Asamblea General de la ONU cierra todo un ciclo. Estamos de vuelta y hemos llegado a la primera fila del debate mundial para quedarnos representando aquellos mismos valores de desarrollo en paz que Argentina se comprometió a abrazar desde 1948, cuando se sentó entre los fundadores de las Naciones Unidas.(Télam)

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