Después de más de cuatro décadas en cautiverio, Kenya, la última elefanta que permanecía en un zoológico argentino, finalmente llegó a su nuevo hogar en el Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), en el estado de Mato Grosso. La travesía, que demandó cinco días por ruta y más de 3.600 kilómetros de recorrido, culminó este miércoles, marcando un hecho histórico para la protección animal en la región.
Kenya, una elefanta africana de 44 años, había sido separada de su madre a temprana edad y llegó desde un zoológico alemán al exzoológico de Mendoza con solo cuatro años de vida. Desde entonces, vivió en soledad gran parte de su existencia por ser considerada "agresiva".
El proceso para concretar su traslado se extendió por siete años, con un entrenamiento gradual que incluyó revisiones veterinarias y familiarización con el contenedor de transporte. El lunes, la paquiderma ingresó a Brasil por el Paso Internacional Puerto Iguazú-Foz de Iguaçu. Durante el cruce de frontera, los camiones debieron reemplazar la comida argentina por productos brasileños, debido a normas sanitarias.
Durante todo el viaje, Kenya fue monitoreada a través de una cámara instalada en su contenedor, que permitió a los cuidadores controlar su estado en todo momento. Aunque en un principio mostró desconfianza para ingresar a la caja de transporte, luego se adaptó bien al recorrido.
Al llegar al SEB, Kenya inició una cuarentena de adaptación antes de integrarse a un sector compartido con Pupy, otra elefanta africana que había llegado desde el Ecoparque de Buenos Aires en abril. Ambas estarán separadas de los cinco elefantes asiáticos que ya habitan el lugar, entre ellos Pocha y Guillermina, madre e hija originarias también de Mendoza.
El Santuario de Elefantes de Brasil, creado en 2015, cuenta con más de 1.500 hectáreas de vegetación natural, sin cercas eléctricas ni elementos que puedan dañar a los animales. Allí, los paquidermos rescatados de zoológicos y circos conviven en un hábitat seguro y libre junto a otras especies.
Este traslado se produce semanas después del fallecimiento de Tamy, de 55 años, el último elefante macho cautivo en Mendoza y padre de Guillermina, quien murió mientras se preparaba para su traslado a Brasil.