De acuerdo con el parte médico más reciente, el Papa se levantó, desayunó y continúa con su tratamiento. También sigue respirando sin asistencia de oxígeno y mantiene algunas actividades laborales desde su habitación.

Aunque todavía no hay una fecha exacta para su alta, en el Vaticano ya se respira un ambiente más relajado. Las alarmas iniciales por su estado de salud disminuyeron, y se espera que en los próximos días se evalúe su evolución para determinar cuándo podrá retomar sus funciones de manera plena.

En medio de la incertidumbre, surgieron especulaciones sobre una posible renuncia de Francisco. Sin embargo, el Papa, con su característico sentido del humor, habría bromeado con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, sobre estos rumores. “Dios me quiere acá”, habría dicho, descartando así cualquier decisión en ese sentido.

Mientras tanto, la actividad en la Santa Sede sigue su curso. Aunque el Papa no podrá presidir la misa del Jubileo de los Diáconos este domingo, su equipo mantiene la gestión de asuntos clave. La Iglesia no se detiene, señalaron altos prelados, destacando la fortaleza del Pontífice pese a las dificultades de salud.