Las bajas temperaturas, de este invierno en Turquía y Siria, agravaban hoy la situación de los sobrevivientes y dificultaba el desesperado trabajo de los socorristas en ambos países, donde el potente terremoto del lunes dejó más de 17.100 muertos y más de 60.000 heridos.
Pasadas ya las primeras 72 horas tras el sismo, el periodo con más posibilidad de salvar vidas, se teme que el balance de muertos pueda subir dramáticamente debido al elevado número de personas que se calcula que todavía están atrapadas entre los escombros.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo desde una de las ciudades más afectadas, Gaziantep, que el balance en su país era de 14.014 muertos y más de 60.000 heridos. En Siria el saldo provisional alcanza los 3.162 fallecidos, según consignó la agencia de noticias AFP.
El sismo, que se produjo en plena noche y fue seguido de potentes réplicas, va camino de ser el más mortífero en Turquía desde 1999, cuando un temblor de fuerza similar causó más de 17.000 muertos.
"Se espera que el número de muertos y heridos aumente mucho más, ya que muchas familias siguen bajo los edificios derrumbados", dijo a Reuters Raed Saleh, jefe del servicio de rescate en el noroeste, el jueves por la mañana.
Se espera que la ayuda de la ONU al noroeste de Siria, una vía vital para 4 millones de personas, comience a fluir de nuevo el jueves, después de que la ruta quedara cortada por el terremoto, según los responsables de la ayuda.