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miércoles, 10 agosto 2022 | Regionales

Del esplendor a las ruinas: el viejo Hotel Melincué sepultado por la laguna

En 1938 el Hotel Balneario Melincué abrió sus puertas con muchas expectativas, apostando al aprovechamiento de las aguas curativas de la laguna como uno de los atractivos principales de la estadía. Pero aquellos ojos de agua que le dieron vida, fueron los mismos que se la quitaron.
Del esplendor a las ruinas: el viejo Hotel Melincué sepultado por la laguna
Hotel Balneario Melincué, así se presentaba en 1938 este esplendoroso edificio, el cual hoy sólo queda en el recuerdo y en la visión de los pobladores del lugar y algunos turistas, que hoy observan desde la orilla de la laguna, las ruinas y lo que quedó de él. El viejo hotel fue arrasado por varias inundaciones que lo convirtieron en lo que hoy es, un terreno con escombros, pero con mucha historia.

En 1933 dos empresarios decidieron invertir en la localidad de Melincué, al sur de Santa Fe y construir en una de las islas de la laguna un complejo hotelero. La intención era aprovechar los baños termales y las propiedades de las aguas de la laguna.



Tenía 34 habitaciones y toda una serie de comodidades sumamente atractivas: comedor con orquesta, playa con casillas de madera, estación de servicio, usina propia, muebles de origen italiano, un piano de cola, bowling. El Hotel abrió sus puertas en 1938.

Tres años más tarde, en 1941 sufrió la primera inundación importante. El hotel permaneció cerrado hasta 1967, año en el que volvió a abrir y a partir del cual comenzó a vivir su verdadero apogeo, hasta 1975. Bastó sólo un poco de agua, de sal, viento, desgaste y erosión para que todo se venga abajo.



Aquellos ojos de agua que le dieron vida, fueron los mismos que se la quitaron

En 1975 la lluvia elevó el nivel del agua y anegó todo el hotel y parte del pueblo. En 1980 el edificio desapareció por completo, por más de 20 años.



Desamparo, desesperación, resignación y tristeza se vivió en aquella época. Época que quedó sepultada, fue llevada por las aguas de la laguna, que en un momento bajaron y volvieron a dejar ver las ruinas del viejo hotel.

Hoy el estado del edificio es desolador. Son ruinas, escombros, pedazos de historia que poco a poco van quedando apostados en el suelo junto a la orilla de las aguas de la laguna. Sin embargo la vida alrededor de lo que queda de la estructura continúa, ya que los turistas curiosos no paran de llegar al lugar para conocer la historia, también los lugareños realizan actividades recreativas y deportivas en inmediaciones del espacio.



El desamparo se hizo paisaje.

El agua y el barro curativo, que prometían alivio y recuperación terminaron ocasionando dolor. Dolor en un pueblo que quedó sepultado bajo el agua de la laguna, y un hotel que pasó muy rápidamente del esplendor a las ruinas.

Ph: Julieta Carnevale - Guido Díaz
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