El ataúd yacía frente al altar, casi a ras del suelo, sobre una plataforma de madera. Fue una novedad introducida por Francisco, quien quiso establecer un ritual funerario más sencillo y austero. 

Unas 20.000 personas se congregaron frente al templo para despedirse del Pontífice, cuyos restos permanecerán expuestos durante tres días.

Los restos mortales del Papa Francisco fueron llevados por las escaleras de la Basílica de San Pedro hacia el interior del templo.

El Rito de Traducción desde la Casa Santa Marta estuvo a cargo de miembros del Colegio Cardenalicio presentes en Roma. La procesión partió desde la residencia donde vivía Francisco y donde falleció. Catorce miembros del personal vaticano llevaron el ataúd a hombros, escoltados por ocho alabarderos de la Guardia Suiza.

El cortejo salió del recinto vaticano por el Arco de las Campanas, cruzó la plaza de San Pedro y entró en la basílica entre los aplausos de los fieles. La multitud acompañó en silencio y con emoción el último adiós al Papa, que marcó su pontificado con gestos de humildad y cercanía.