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martes, 28 junio 2022 | Fray Luís Beltrán

La historia de Fray Luis Beltrán, el soldado artillero con sotana

El nombre que lleva nuestra ciudad perteneció a un hombre que hizo mucho por el país, fue un elemento clave en las gestas del libertador de América. El sacerdote franciscano con infinidad de conocimientos, el soldado con sotana, el cura artillero de San Martín. Conocé más de su historia en el marco del aniversario Nº130 de la localidad.
La historia de Fray Luis Beltrán, el soldado artillero con sotana
José Luis Marcelo nació el 7 de septiembre de 1874, en el camino que va de San Juan a Mendoza. A los pocos días sus padres lo anotaron y en un mal entendido de aquel que registró sus datos, terminó tergiversando su apellido paterno “Bertrand” y transformándolo en Beltrán, como ha trascendido en la historia.

A los 16 años entró en el Colegio San Francisco de Mendoza. Luego fue enviado a Chile, donde siguió sus estudios hasta consagrarse sacerdote.

Se destacaba en toda clase de oficios: carpintero, herrero, dibujante, físico, químico, bordador y médico. Aprendía a través de la lectura y sus observaciones que luego llevaba a la práctica.

En el año 1812, ya sacerdote entró como Capellán del ejército chileno de Miguel Carrera. Se hizo cargo de las armas de los patriotas y quedó al mando de la maestranza de su ejército. En 1814 regresó a Mendoza, donde el general José de San Martín lo hizo jefe del parque de artillería del Ejército de los Andes.



Regresó a pie a su patria llevando un saco de herramientas que contenía los instrumentos inventados o construidos por sus manos para elaborar los variados productos de su genio.

En sus talleres trabajaban más de 700 hombres, ininterrumpidamente, para hacer lo que San Martín necesitaba. Los historiadores lo han llamado, “Vulcano con sotana”, “El Arquímedes de la patria”, “Artesano del cruce”. Se encendían las fraguas y se fundían los metales qué moldeaban en artefactos de guerra.

Fundió cañones, balas y granadas empleando el metal de las campanas que descolgaba de las torres por medio de aparatos ingeniosos inventados por él. Todo metal le servía a Fray Luis Beltrán para cumplir con sus encargos. Fue asombrosa su tarea: hizo cañones, granadas, fusiles, municiones, sables, lanzas, vehículos de transporte, elementos de seguridad, estribos y herraduras, puentes colgantes, grúas.

Un día le dijo al general: “Si los cañones tienen que tener alas, las tendrán”. Gran parte del mérito del cruce de los Andes de 1817 se logró gracias al aporte de Fray Luis Beltrán.

Acompañó a San Martín y luego a Bolívar. Luchó como un soldado más en la última batalla del Ejército Americano, la definitiva Ayacucho.

El fraile loco: la depresión y un intento de suicidio

Bajo el mando de Simón Bolívar, en el año 1825, puso a prueba la eficiencia del fraile ordenándole la puesta a punto y embalaje de miles fusiles y armas de puño en un determinado plazo. El fraile y sus hombres trabajaron incansablemente, durmiendo pocas horas, para cumplir con el encargo. Al día de terminado el plazo regresó Bolívar y la tarea no estaba realizada.



Ante las observaciones y desaprobación de Simón Bolívar, quien lo maltrató públicamente y hasta amenazó con fusilarlo, Fray Luis Beltrán entró en una profunda depresión y se encerró en su cuarto.

Se cercioró de que todas las aberturas de su cuarto estuviesen bien cerradas, arrojó sobre el brasero un producto químico que producía un vapor asfixiante y se acostó en su cama a esperar la muerte que tantas veces había esquivado en los campos de batalla.

La locura le ganó. Fue rescatado por una familia amiga. Fue apodado como el cura loco.

Volvió a Buenos Aires a retomar los hábitos y pasó sus últimos días en penitencia y reconciliación con su Dios. Falleció el 8 de diciembre de 1827, a los cuarenta y tres años de edad.

La mentira del fraile a San Martín

En la Batalla de Cancha Rayada, en la ciudad chilena de Talca, el ejército de San Martín sufrió un sorpresivo ataque de las fuerzas realistas. Los oficiales y soldados estaban tristes y desanimados. El saldo fue negativo: 150 muertos, centenares de heridos y la pérdida de gran parte de la artillería. Muchos pensaban que ahí terminaba la patriada.

Entonces habló Fray Luis Beltrán: “Perdimos una batalla, pero no la guerra. Tengo en mis depósitos municiones y armas suficientes para que en pocos días podamos transformar esta derrota en victoria”.



“Con municiones y armas, vamos a hacer que la noche se les vuelva día”. Hubo ánimos y esperanza. Pero lejos estaba de ser real.

Durante los días posteriores convocó a hombres, mujeres y niños para trabajar en su taller y construir el armamento necesario para la batalla. Las mujeres cosían cartuchos de cañón, los hombres en la fundición y maniobras de fuerza, los niños hacían cartuchos para fusil y así cada cual trabajaba por un mismo objetivo sin parar. En solo 16 días tuvo listo 22 cañones, cientos de fusiles y miles de municiones.

El 5 de abril de 1818 el Ejército de los Andes obtenía a partir de esa mentira que culminó en la fabricación de esas armas, el triunfo definitivo de la batalla de Maipú.

Este gran hombre, que no olvida la historia Argentina, fue forjador no solamente de armas o cañones sino un forjador de ideas libertad e independencia.

Bibliografía:

-Fray Luis Beltrán: enloquecido por la revolución. Felipe Pigna
-Los hombres de San Martín. Mendoza, Espíritu Grande
-Instituto 22 Fray Luis Beltrán. Diario Diálogo Ciudadano, 1º de junio de 1992,

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